Los locales comerciales comienzan a vender bombillos, luces, adornos y más. Foto: Armando Prado/ EL COMERCIO
Empieza a ser diferente. Caminar por las calles del Centro Histórico de Quito, desde hace un par de semanas, es como dar un salto en el tiempo y haber llegado a diciembre, donde se respira un aire navideño a cada paso. Desde la Plaza Grande, por la Chile, las luces musicales que entonan villancicos ponen ritmo al paso de los visitantes.
En el Centro existen 6 812 locales comerciales. Cada día, este tradicional sector recibe a más de 100 000 personas, y en época navideña, llega a duplicarse, según Anabel Vintimilla, administradora zonal.
En la calle Mejía, entre José López y General Mires, una gran venta de árboles artificiales es el centro de atención. Las familias acuden acompañadas de niños, sobre todo los fines de semana y las tardes, para comprar un árbol. Hay de todos los tamaños y precios. Algunos miden 80 cm otros, 2,5 metros. Hay desde USD 10 hasta 100.
Unos locales más abajo, las luces cuelgan de los portones: azules, doradas, led, en red, en manguera, etc.
La Olmedo y la Chile son las calles que reúnen más locales que venden ese tipo de adornos. También hay bombillos, guirnaldas, muñecos de Papa Noel y renos.
El Centro de Quito es el primer espacio de la ciudad donde las ventas navideñas comienzan a cobrar fuerza. Y ha sido así desde los años 60, según recuerda Juan Paz y Miño, historiador. En esos años, la población de clase media y alta que vivía allí empezó a mudarse al norte, y el centro se volvió de a poco en una zona tugurizada y de comercio, mayoritariamente informal.
En esos años la Navidad comenzó a volverse una época para la mercantilización de todo tipo de bienes que, gracias a esa festividad, permitían la supervivencia de esa población que se quedó en el centro y que vivía en la informalidad.
La posibilidad de vender chucherías, juguetes baratos, adornos a bajo costo, empezó a llamar la atención de los compradores, especialmente de clase media, baja. Los adinerados preferían ir a los centros comerciales, que en los años 70 comenzaron a aparecer por la Naciones Unidas.
Desde entonces, el Centro se quedó marcado como el espacio de las ventas, sobre todo, en festividades.
Hoy el Centro es un lugar de almacenes y bodegas, no de vivienda. Por eso la Navidad empieza cada vez antes, debido a una presión comercial, a una necesidad de supervivencia, explica Paz y Miño. En ese contexto resulta difícil controlar a los ambulantes y la proliferación de comerciantes.
Según la administración zonal, en la zona trabajan normalmente 720 comerciantes autorizados, en giros de negocios como venta de confites, artesanías o productos manufacturados. En estas fechas, unos 20 vendedores solicitan permiso para ofertar fundas navideñas.
Vintimilla explica que además del comercio, la realización de eventos tanto por Navidad como por el Día de los Difuntos, además de las fiestas de Quito, impactan directamente en la cotidianidad de la zona.
Es lo que Marco Córdova, investigador de la Flacso, llama centralidad histórica: las iglesias, conventos, y plazas hacen que la religiosidad y la cultura encuentren allí su cuna.
Además de la centralidad económica, la religiosa (que es más tradicional) hace que el centro sea el escenario de pases del niño, de misas, de nacimientos, etc. Según Córdova, eso ocurre en grandes centralidades de Europa, como por ejemplo en Toulouse, Francia.
El aumento de visitantes a esta zona genera problemas en la movilidad y seguridad. Jorge Ramírez, coordinador General de Operaciones de la Agencia Metropolitana de Tránsito, explica que justamente la próxima semana se trabajará en la planificación de un operativo para mejorar la fluidez tanto peatonal como vehicular en el sector.
Se trabajará en conjunto con los centros comerciales del sector para llevar a cabo un plan de tránsito. El plan contempla restricción vehicular en algunas vías, cambio de sentido de circulación en otras y optimización de estacionamientos. Además, se hará un circuito de transporte de un centro comercial a otro para que la gente pueda dejar el carro en parqueaderos públicos.
Según Ramírez, al centro ingresan cerca de 160 000 autos cada día. En estos meses se registra un incremento del 30%.