Redacción Ecuador
Adriana Garaniago decidió viajar a Colombia, su país natal. Mientras esperaba para abordar el bus, ayer a las 07:00, comentaba que adelantó su viaje una semana. La razón: en Quito no hay ambiente navideño. Se refería a que no hay adornos en las calles. Es que estas festividades han estado marcadas, precisamente, por este detalle, hay poca iluminación en las viviendas.
“No hay luz ni para hacer las cosas del diario, peor vamos a estar conectando bombillos”, señala Clara Moreno. Ella vive en el sector de La Granja, en el norte de la urbe. Recuerda que en años anteriores los vecinos se organizaban para alumbrar hasta los jardines. Este año, solo unas pocas luces se encienden en las noches.
Apoyo de la Policía
Hace falta ayuda de la Policía. En la intersección de la avenida Maldonado y Joaquín Gutiérrez, el tránsito se complica. El corte ahí es de 08:00 a 11:00, hora pico. Se requieren uniformados que control en el tránsito.
Otros afectados son los propietarios de los ‘lonch’, especialmente los que se ubican en la zona de La Mariscal. Desde que se dan los apagones, estos locales no pueden abrir desde el mediodía. El horario que les pusieron es a partir de las 16:00 y eso los perjudica. Dicen que tienen pérdidas que bordean el 40%.
Cosa similar ocurre en el sector de la González Suárez, también en el norte. Ahí se acostumbraba a colocar bombillos en todas las fachadas de los edificios, incluso en los árboles del parterre, pero este año eso no ha ocurrido.
“Como el Presidente dijo que los cortes terminarían el 15, esperábamos eso para poner las luces, pero ahora no podemos hacerlo. Aquí la luz se va todos los días y a distintas horas”, señala Sofía Figueroa, moradora del sector. La poca iluminación navideña se nota en la ciudad, así lo advierte Flavio Sandoval, un taxista, que recorre a diario la capital.
Gladys Guerra, moradora de Chaguarquingo, en el sur, dice que ella sí armó el árbol y el nacimiento, pero que no lo prende. “Una vez que lo encendí se fue la luz y varios focos se dañaron. Solo está con adornos”.
No obstante, el no poder encender su nacimiento no es algo que preocupe a Guerra. Lo que le preocupa es que debido a los racionamientos, que en su sector son de tres y cuatro horas, ella debió cambiar su rutina. Por ejemplo, cuenta que debe planchar la ropa de su hijo a las 08:00, antes lo hacía a las 11:00, porque él estudia en la tarde.
Cuando los racionamientos son en la noche (de18:00 a 21:00), los vecinos de Chaguarquingo comentan que el sector se vuelve peligroso. “Los ladrones aprovechan la oscuridad”, indica Soledad Montaño, dueña de una tienda. Por eso, dicen que cuando se va la luz, las personas prefieren no salir y eso perjudica al comercio.
Montaño indica que lo único que vende cuando se va la energía son velas, pero que eso no compensa los USD 30 diarios que pierde cuando hay apagones. “Antes vendía 50 libras de carne en el día, hoy salen 15”.
Las farmacias también registran pérdidas. Daysi Villacrés, de Sana Sana, dice que cuando se dan los apagones no puede vender varios productos. “Todo está registrado en las computadoras”, señala preocupada.
En otro sector del sur, en Solanda, los directivos del Instituto Médico Tierra Nueva gestionaron la donación de una planta para no paralizar la atención.
Hasta este centro llegan, diariamente, unas 500 personas para hacerse atender. “No podemos usar los equipos como los ecógrafos que con cualquier descarga se dañan”, explicó Fernando Estrada, director del centro.
En esta institución ya se quemó uno de estos aparatos. Estrada dice que deben programar las cirugías, de acuerdo con el horario de apagones. “Eso es complicado, porque hay veces que las operaciones duran más de lo programado y se nos coge el corte estamos en problemas”, señaló Estrada. Para él, si los apagones siguen, se debe proponer un plan para no afectar a la cotidianidad.
Testimonios
Belén Fernández/ Ambato
Me levanto más rápido para planchar
Estos cortes de energía son terribles. No sé hasta cuándo seguirán. Tengo una tienda donde vendo gaseosas, hamburguesas, sánduches y hot dogs a los estudiantes de la Universidad Indoamérica, en el centro de Ambato. En este sector, los cortes se inician a las 12:00 o a las 16:00. Esta restricción ha causado que los embutidos y las carnes se dañen. Estos productos necesitan estar en refrigeración.
El lunes boté 2 kilos de mortadela y 2 kilos de salchicha. Los clientes piden jugos naturales, pero no puedo prepararlos porque no hay luz. Si se acaba la mayonesa tengo que comprarla en el supermercado, porque tampoco puedo usar la licuadora. Pierdo tiempo y dinero. Tengo miedo de que se dañe la refrigeradora. Ruego a Dios que llueva. No se puede emprender un negocio si no hay todas las facilidades. Me endeudé para comprar la refrigeradora y la estantería. La verdad es que casi ya no reúno ni para pagar la letra.
Los racionamientos cambiaron radicalmente la organización de las actividades cotidianas. Ahora, tengo que levantarme más temprano para planchar la ropa y para preparar el desayuno para mi hija.
Silvia Abad/ Cuenca
Tengo que hacer deberes fuera de mi casa
Por mis estudios, tengo que navegar en Internet para poder hacer mis deberes de diseño gráfico. Por eso, en varias ocasiones he tenido que salir fuera de mi casa para buscar un cibercafé donde haya electricidad.Como trabajo durante el día, tengo que hacer estas tareas por la noche luego de llegar de clases. Como no hay alumbrado público, estas salidas son peligrosas porque en Cuenca hay más ladrones en esta época de Navidad y fin de año.
Cuando estoy en un cibercafé tengo que buscar la información rápidamente antes de que oscurezca más.También tengo el temor de que los electrodomésticos de mi casa sufran un desperfecto, porque en la mayoría de ocasiones nadie se queda en mi casa para desconectar la refrigeradora cuando vuelve el servicio. En mi barrio se presentan otros problemas, principalmente en las tiendas y en una latonería, que deben cerrar temprano cuando se va la luz. En ocasiones debo caminar más para encontrar una tienda abierta y poder comprar, pero es peligroso. Sin energía eléctrica es complicado, porque parecería que retrocedimos varios años.