Di’Lorenzzo Aponte, de 17 años, llegó a Ecuador el año pasado procedente de Aragua; estudia en la Unidad Educativa Benjamín Carrión. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
En menos de tres meses, la vida de Anthony Moreno, de 14 años, dio un giro completo. Dejó su país natal, Venezuela, se reencontró con sus padres, quienes residen hace un año en Ecuador, y comenzó clases en un nuevo colegio.
Con un poco de nervios, el joven llegó al plantel asignado: Carlos Aguilar, en Cumbayá, para continuar con sus estudios en el décimo año. Su plan es esforzarse al máximo, ya que tiene que aprender de historia y geografía locales. Ambas, según profesores, son las materias más complicadas para extranjeros.
El ciclo anterior hubo 22 067 chicos de otros países en el sistema de educación fiscal. Representaron el 1% de los matriculados (1 897 037). Los datos, facilitados por el Ministerio de Educación, corresponden al régimen Sierra-Amazonía.
Para enfrentar esta situación, Anthony empezó a leer en Internet sobre los próceres de la Independencia o las fechas cívicas ecuatorianas.
La tecnología es una ventaja que tienen los chicos para igualarse en conocimientos. Lo reconoce la directora de la Carlos Aguilar, Elsa Torres.
En el marco del Año del Respeto, en el plantel se realizarán actividades para promover la inclusión. “No se permitirá el bullying por concepto de etnia, religión o nacionalidad”.
En este plantel capitalino, en el ciclo anterior hubo 1 100 alumnos distribuidos en dos jornadas: matutina y vespertina. De ellos, 60 eran foráneos.
Con ellos, el trabajo de nivelación es similar al que se realiza con los ecuatorianos. Desde la próxima semana se les tomará una prueba de diagnóstico para saber cómo está el grupo. Así, el docente buscará estrategias para nivelar a la clase y luego dar la materia nueva.
Juan Carlos Tipán, quien es docente de matemáticas y tutor del grado de Anthony, trabajará de esta manera. El primer día de clase, el martes (4 de septiembre del 2018) , dio la bienvenida a los chicos nuevos. Entre ellos a Anthony.
Con curiosidad sus compañeros lo miraron y no tardaron en incluirlo. Mateo Pozo, de 13 años, compartirá los 200 días laborables con el caraqueño. Se comprometió a incluirlo. “Somos de distintos países, pero somos iguales”.
Al principio -dijo- los chicos nuevos, de cualquier nacionalidad, son un poco tímidos. Luego, con la convivencia, “nos convertimos en amigos”.
Pichincha es la provincia con el mayor número de extranjeros en el régimen Sierra-Amazonía. El año pasado hubo 11 966 chicos. Le siguen Azuay, Sucumbíos y Carchi.
En este año escolar, que se inauguró el 3 de septiembre, se registran 7 318 foráneos en planteles fiscales. El 79% es venezolano, es decir, 5 753. Si se compara con el total de inscritos (1 477 942) representa el 0,5%.
La población migrante tiene un “trato preferente” para la matriculación. Educación aclaró que se actualizará el Acuerdo 2017-00042-A para que no se pidan requisitos que, a su falta, impidan el ingreso.
El estudiante sin documentación será ubicado de acuerdo con su edad cronológica. Una vez en la institución se tomará un examen de ubicación y se coordinará con las instancias locales de protección de derechos para el seguimiento.
Cuando un chico ecuatoriano o de otra nacionalidad ingresan a un plantel público acceden a uniformes y textos. Lo confirmó el Ministerio.
La idea es garantizar su acceso y permanencia en el sistema de educación.
En la Unidad Educativa Benjamín Carrión, en el norte, hubo el año anterior 2 500 chicos distribuidos en las jornadas matutina, vespertina y nocturna. De ellos, 15 son colombianos, venezolanos y haitianos.
Di’Lorenzzo Aponte, venezolano de 17 años, ingresó el año anterior a este plantel. Él llegó en agosto del 2017 para reunirse con su padre Lorenzo, quien ya residía en el país.
Lo que más le gustó de su actual colegio es la infraestructura. Es similar, relata, a la del establecimiento donde estudiaba en el estado de Aragua.
Para él, lo más complicado fue el idioma. Pese a que también habla español hay muchas palabras diferentes de la jerga. Un día, su padre le pidió que le pasara unas fundas para la basura. No entendió, ya que en su país se les llama bolsas. Ha aprendido nuevos términos y expresiones locales, y se ha adaptado bien.
Un proceso similar tuvo el colombiano Eric Joao Vallecilla, quien llegó en el 2010 al país. En esa época tenía 5 años y entró al primero de Básica. Su adaptación no fue complicada porque es un niño alegre.
Lo explicó su padre Janner, de Tumaco. Nunca sintió discriminación producto de su nacionalidad. Al contrario, sus amigos lo tratan bien.
Para garantizar la no discriminación en las aulas es necesario incluir términos como interculturalidad, convivencia y hospitalidad. Esas palabras son la clave para erradicar la xenofobia en el sistema educativo, explica el antropólogo y experto en migración Jacques Ramírez. “La interculturalidad implica el respetarnos entre diversos”. No solo dentro del país, al referirse a nacionalidades, sino fuera.