Por la altura y ubicación, Quito es más vulnerable a la radiación UV

En el Parque Itchimbía, en el Centro de la capital, un solmáforo alerta a los usuarios sobre los niveles de radiación. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

En el Parque Itchimbía, en el Centro de la capital, un solmáforo alerta a los usuarios sobre los niveles de radiación. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

En el Parque Itchimbía, en el Centro de la capital, un solmáforo alerta a los usuarios sobre los niveles de radiación. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Sin ellos, simplemente, no habría vida. Pero su sobreexposición genera serios daños a la salud. Los rayos ultravioletas (UV) ganaron protagonismo en la capital los últimos meses, cuando se registraron niveles alarmantes, en los que se aconsejó, incluso, no salir de casa.

La radiación UV se mide en puntos. La escala utilizada señala que de 0 a 7 la radiación va de muy baja a moderada, y de 8 a 16, alta o muy alta. Los niveles mayores son considerados extremos. En esta semana, el pico más alto se registró a las 11:00 del lunes, cuando se alcanzó nivel 14. Sin embargo, semanas atrás, se han registrado picos de hasta 19, según el Instituto Nacional de Hidrología y Meteorología (Inamhi).

En la capital, este tipo de radiación es medida tanto por el Inamhi como por la Secretaría de Ambiente del Municipio.

Ambas entidades cuentan con aparatos que captan y revelan la intensidad de las ondas solares. Sin embargo, los datos que arrojan no coinciden. Usualmente, las cifras del Inamhi son dos puntos más altos que las del Municipio. Y hay una explicación.

Verónica Arias, secretaria de Ambiente, aclara que la diferencia se da porque la valoración es distinta. Los datos que maneja el Inamhi se rigen a los estándares generales mundiales, mientras que los que usa el Municipio son los aplicados a ciudades de altitud que conviven con rayos UV altos, y por lo tanto su población de algún modo está acostumbrada a ese tipo de radiación.

Además, el Inamhi cuenta con una sola estación en Izobamba, mientras que el Municipio cuenta con tres, en los parques Las Cuadras, Itchimbía y Bicentenario.

En cada uno funciona un solmáforo: un semáforo que mide los rayos UV y cambia de color conforme la intensidad. Cada aparato tuvo un costo aproximado de USD 15 000, y va de blanco (nivel bajo) a rojo y violeta (nivel alto). Además, muestra recomendaciones para exponerse a la radiación.

¿De qué depende la intensidad de los rayos? Hay dos factores determinantes: la altura y la ubicación de la ciudad respecto del sol. En ambos casos, Quito se encuentra en la situación más complicada por estar sobre la Línea Equinoccial, y por estar a casi 3 000 msnm.

Aquello que nos hace únicos, es también lo que nos vuelve más vulnerables. Rasa Zalakeviciute, docente de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Las Américas (UDLA), explica que en la zona ecuatorial los rayos solares llegan de manera más directa. Hay meses incluso que caen perpendiculares sobre la tierra, de manera que su energía no se disipa.

Debido a su altura, Quito tiene 3 kilómetros menos de atmósfera que otras ciudades a nivel del mar. Eso significa que la atmósfera no pueda absorber una mayor cantidad de radiación. Zalakeviciute explica que los UV se incrementan en un 10% en cada kilómetro. En Quito hay 30% más de rayos UV que en la playa.

Para David Tonato, analista en calibración y mantenimiento de instrumental meteorológico del Inamhi, hay, adicionalmente, otras tres razones que influyen en ese tipo de radiación: el tipo de nubes, la hora del día y el efecto de reflexión. El hormigón, explica, refleja hasta en un 12% esa radiación, por lo que la afectación es mayor en zonas con vías y edificaciones.

A escala nacional, el problema principalmente se presenta también en Riobamba, San Gabriel y Cuenca, es decir las que se encuentran en el Callejón Interandino. Sin embargo, se ha encontrado niveles extremos en Santa Elena y Pedernales, poblados que se encuentran a nivel del mar.

Las consecuencias de la exposición a ese tipo de radiación sin protección, a largo plazo, se notan sobre todo en la piel. Carlos Torres, cirujano oncólogo de Solca, explica que los rayos tienen una gama a, b y c. De ellas, a y b son ofensivas para la piel. Explica que normalmente tenemos en la piel una células llamadas melanocitos, que son una barrera natural que el organismo tienen para filtrar ese tipo de radiación. Esos melanocitos, a su vez, dan el color a la piel. Mientras más melanocitos, más oscura la piel. Entre más clara la piel, menos melanocitos, por lo tanto menos probabilidad de defensa.

En Quito, el cáncer de piel es el segundo más frecuente tanto en mujeres como en hombres, pero según Torres no se le da importancia porque no causa tanta mortalidad.

Según el Registro Nacional de Tumores, en Quito, se maneja una tasa que indica que al año, hay 35 nuevos casos de cáncer de piel por cada 100 000 varones. En el caso de las mujeres hay 30 casos nuevos por año por cada 100 000 mujeres.

La única forma de evitar la afectación es usando bloqueador solar, ropa con mangas largas, gafas y, en caso de pieles muy claras, sombrilla.

Según Arias, los colegios deberían tener políticas que motiven a los estudiantes a usar protecciones y que las horas de educación física, por ejemplo, sean antes de las 10:00.

En contexto

Según Verónica Arias, secretaria de Ambiente del Distrito, las horas con mayor exposición a radiación solar están entre las 10:00 y las 15:00. Los rayos UV, dice, son más intensos durante verano, por lo que es clave salir a la calle con protección.

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