Este Gobierno persigue y maltrata a las personas que son formales en sus actividades. A la gente cumplidora de sus tributos intenta exprimirle sin que reciba, en contraprestación, servicios de óptima calidad y trato cortés en la mayoría de instituciones públicas.
Solo se escuchan palabras de odio y se perciben acciones de venganza. Los sábados, mal usando el poder, se desboca y no hay ciudadano que se salve de su arremetida verbal.
La tierra donde se pueden sembrar vegetales y hortalizas, o en la que pastan los animales también se ve afectada por las resoluciones que, al final, acabarán con la producción agrícola y ganadera.
El resentimiento es una política de Estado, poderosísima al momento de adoptar decisiones en Carondelet. El Presidente tiene claro su programa respecto a las propiedades rurales: que pasen a manos de su gente, arrebatando a sus legítimos propietarios.
Hace unos días suscribió el Decreto 1852, por medio del cual conforma una comisión de seis personas, obviamente sumisas a la voluntad presidencial, que son parte de la Función Ejecutiva (los ministros de Agricultura, Coordinación de la Producción, Ambiente, Inclusión Económica, Director del Instituto de Desarrollo Agrario y Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana), cuya misión es levantar “un catastro nacional de tierras inexplotadas por un lapso superior a dos años consecutivos”. ¿Los potreros no deben descansar luego de un tiempo de explotación?
Levantado el catastro por los sumisos servidores, las tierras que no cuentan con el favor del patrón del Ecuador serán expropiadas. Pero lo “alhaja”, palabra utilizada por la gente del campo, es que esa misma comisión “calificará a las personas naturales u organizaciones productivas que tendrán acceso a la tierra mediante una adjudicación del Instituto Nacional de Desarrollo Agrario”.
En realidad lo que podría darse es que miembros de los comités de defensa de la revolución ciudadana, que tienen derecho a ser atendidos en los hospitales públicos sin sacar turno, tengan también acceso a la tierra de otros.
Las gallinas, cerdos, vaquitas, caballos, cuyes, patos y burros pasarán a otras manos si la comisión los encuentra en las tierras catastradas, por tanto, consideradas no explotadas, listas para ser regaladas a terceros.
¿No estará ocurriendo lo que un grafiti escrito en alguna pared de Buenos Aires, adaptado a nuestro país, decía: “Ecuador, granja cerrada por falta de huevos”?
El presidente Correa conduce al país hacia un sistema político que fracasó en todo el mundo, en el que la pobreza es de todos y la riqueza de nadie, porque deja de generarse.