Confieso que ver en una librería la portada de un libro ganador o por lo menos finalista de uno de los premios anuales es un factor eficaz para convencerme a comprar. No es raro, sin embargo, que me sienta medio de acuerdo si no completamente defraudado con la decisión del jurado que ha galardonado la obra, pero nunca me he sentido más inconforme que con el Premio Alfaguara 2009.
Peter Thomas
Crítico y catedrático
Profesor de Literatura de la U. de Carolina del Norte- Wilmington. Miembro de la Asociación de Ecuatorianistas, un grupo de académicos estadounidenses y ecuatorianos que se dedica a estudiar nuestra literatura.Admito que mi criterio talvez sería más positivo si hubiera terminado ‘El viajero del siglo’ de Andrés Neuman, pero no pude, a pesar de intentarlo seriamente varias veces. La abandoné finalmente en la página 351.
No digo que el joven bonaerense radicado en España no sea buen narrador. Me gustó mucho la única novela suya que había leído anteriormente, ‘Bariloche’. Lo que pasó con ‘El viajero del siglo’, creo yo, es que Neuman fue motivado primordialmente por un afán lucrativo.
Es un muy bien logrado esfuerzo de producir un ‘bestseller’ que, por lo menos en contadas ocasiones, no es igual que producir lo que un humilde servidor clasificaría como una obra de ficción digna de ser premiada como superior.
Esta novela contiene varios elementos esenciales para asegurar éxito de venta: un trasfondo histórico en que un héroe se mete en una problemática relación amorosa narrada con buena dosis de erotismo; un predecible elenco de personajes que funcionan como contrincantes arquetípicos de la época y pronuncian disquisiciones intelectuales para sintetizar las corrientes filosóficas y estéticas que la definen; la presencia de un asesino en serie…
A mí las tres cuartas partes de la novela que leí me aburrieron sobradamente, a diferencia de muchas otras obras realmente excelentes publicadas por Alfaguara en el mismo año.