Redacción Deportes
Tal como ocurrió en 2008, en la presente temporada la hinchada azulgrana también desempeña un papel fundamental desde las gradas del estadio Atahualpa.
El incesante canto y el apoyo incondicional a sus jugadores hace que cada partido sea una fiesta, independientemente de los resultados conseguidos.
Esta vez se repitieron las mismas escenas. Cerca de 15 000 aficionados de la ‘AKD’, como le dicen cariñosamente sus hinchas, llenaron la preferencia, los tres cuartos de la general nororiental y un poco menos de la mitad de la general suroriental. La tribuna y el palco también tuvieron una cantidad considerable de fanáticos.
Si bien el partido arrancó a las 12:00, la gente de la Mafia Azul Grana, la barra organizada más numerosa del Deportivo Quito, empezó a colocar ‘los trapos’ (banderas, pancartas y leyendas escritas sobre tela) desde las 11:00 a lo largo de toda la muralla alambrada de la ‘prefe’.
No obstante, el grueso de la hinchada chulla empezó a llegar, como de costumbre, faltando cinco minutos para el pitazo inicial. Las gradas se pintaron de azul, rojo y negro, un color que desde el año anterior ha acompañado al club en los partidos decisivos y que ahora parece funcionar como cábala de hinchas, directivos y jugadores.
Desde la preferencia se podía escuchar la banda de pueblo entonando los típicos cantos que identifican a los chullas: “lindo Quito de mi vida, yo te canto con amor, el marido de la …” retumbaba en los cuatro costados del coloso de las Naciones Unidas.
Un ambiente que contrastaba con la pasividad y el silencio de la fanaticada visitante, no más de 100 personas, que alentaron desde la general noroccidental.
Uno de los ganchos para que asistan los hinchas chullas fue el precio del boleto para la localidad de general. Este costó USD 2 y motivó para que los aficionados asistan al escenario.
Lo cierto es que el ambiente se pareció mucho al que reinó durante el juego del año pasado cuando Deportivo Quito derrotó a Liga de Quito y allanó el camino para su primer título luego de 40 largos años de sequía.
Incluso el recibimiento fue un punto de encuentro entre los aficionados. La mayoría lanzó papel picado, humo azul y rojo, grandes cintas de papel y uno que otro globo con los colores que identifican al equipo.
De hecho, la preferencia es la platea que más alienta a los jugadores. Desde este sector se originan los cantos que después son entonados por el resto de los aficionados que llegan al estadio.
La verdad es que una vez más la alegría contagió a todo el Atahualpa, la casa del Quito como dicen los de la Culta Barra, y se instaló en la cancha. Muestra de ellos es el gran segundo tiempo donde se definió el partido a favor de los de la Plaza del Teatro dirigidos por Rubén Darío Insúa. El técnico argentino vivió un partido aparte, saliendo constantemente de la banca para ordenar a sus muchachos.
Si la fiesta en la popular la puso la Mafia Azul Grana, en la tribuna la Culta Barra no se cansó de alentar al club con el clásico “Y dale y dale Quito dale”.
Incluso el presidente del cuadro quiteño, Santiago Ribadeneira, se pasó de la preferencia, lugar donde suele ver los partidos, hasta el palco, pero no para gritar con los de la Culta (parece que ya está curado de los cánticos) sino para regalar una camiseta de su equipo a la estrella del rock latino Charly García.
El famoso músico se declaró hincha de la Academia y recibió con sonrisas el regalo del mencionado directivo: “Charly corazón, Charly corazón”, era el grito entonces de la fanaticada.
Y como acto de agradecimiento, al final del encuentro los jugadores más emblemáticos del club se acercaron al sector de la preferencia para aplaudir el apoyo de la hinchada. (DUF)