En Pedernales, la nueva fase del sistema de alcantarillado debía entregarse tres días después de que se produjera el terremoto. Pero esos planes del Cabildo local quedaron ahí.
Antes de la emergencia, el sistema de aguas servidas cubría aproximadamente a un 40% del casco urbano.
Pero cuando sobrepasaba su capacidad, los desechos inundaban el malecón, el área más turística de la ciudad. En el mismo sistema se evacuaban las aguas servidas y el agua lluvia y el terremoto no hizo más que empeorar las cosas en ese cantón de Manabí.
Algo similar ha ocurrido con la maquinaria pesada que retira los escombros. Todo ese peso y movimiento ha dañado la infraestructura nueva y vieja. Por lo que el Municipio, a través de la empresa de Agua Potable, dirigida por María Luisa Espinoza, y la de Obras Públicas, con Giovanny Falcones, buscan soluciones. Ambos reconocen que no se puede esperar demasiado para dar respuestas.
Los encargados tienen que levantar informes de la situación y enviar los nuevos proyectos a Senagua y al Banco de Desarrollo para su aprobación.
Una vez que esto suceda, esperan poder arreglar el sistema en aproximadamente 200 días.
En la parroquia San José de Chamanga (Muisne), en cambio, otra zona afectada por el terremoto, pero en el sur de Esmeraldas, los habitantes construyeron un sistema propio de evacuación de aguas servidas ante la falta de una obra de alcantarillado sanitario.
Vivieron durante 62 años sin ese servicio básico. Luego hicieron tuberías de tipo PVC colocadas como canales de desfogue que terminan en el océano Pacífico. Esta medida se adoptó hace 10 años.
Según el presidente de la Junta Parroquial, Gabriel Mendoza, el 80% (de un total de 5 915 habitantes) cuenta con este sistema propio. Mientras que el 20% construyó pozos sépticos de dos metros de profundidad por 2 de ancho.
Pero esta opción no garantiza una sostenibilidad a largo plazo, por lo que a los cinco años las familias vuelven a perforar la tierra en otros sitios de sus patios. Mendoza afirma que en los 62 años de existencia de la parroquia ninguna autoridad planificó levantar un proyecto de ese tipo.
En Manta, el Municipio cuenta con asesoría internacional para analizar cómo se encuentra el sistema de alcantarillado en las zonas afectadas. En estos días, los expertos de la Alcaldía han estado insertando cámaras que transitan por la red subterránea para verificar dónde se encuentran fugas y evaluar la eficiencia de las tuberías.
El Municipio contaba con un fondo de USD 18 millones que se iban a utilizar para otras adecuaciones de la ciudad. Ahora ese dinero será destinado para la reconstrucción de los servicios colapsados, entre estos el alcantarillado.
La mesa técnica de trabajo del agua informó que sí está funcionando el tratamiento de las aguas servidas. Y, según el Alcalde, la red de alcantarillado se encuentra habilitada en un 85%. Pero en la zona de Tarqui, una de las más afectadas por el terremoto, se deberá esperar hasta que termine la remoción de escombros para dar forma a la nueva red de alcantarillado del sector. No hay una fecha definida.
La situación
Antes del terremoto, el sector turístico de Pedernales demandó obras para evitar que las aguas servidas de la ciudad terminen en el malecón.
La población de Chamanga se levantó sobre un esturario. Creció de forma desorganizada y en la informalidad. Vivió sin alcantarillado durante 62 años.
A inicios de este año, la Empresa Pública de Aguas de Manta había aprobado un incremento de la tasa de alcantarillado. Entonces se dijo que se invierte hasta 70 000 en el mantenimiento de redes sanitarias al año.
El dinero que iba servir para ampliar obras ahora se usará en la reconstrucción