Manifestantes protestaron ayer con carteles en la marcha convocada por los fiscales argentinos en homenaje al fiscal Alberto Nisman, en Buenos Aires. Foto: David Fernández / EFE.
Fiscales y políticos opositores, junto a miles de ciudadanos, iniciaron ayer una multitudinaria marcha de silencio en desafío a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a un mes de la misteriosa muerte del fiscal Alberto Nisman que la acusó de encubrir a exdirigentes iraníes, sospechosos de un atentado antisemita de 1994.
La lluvia torrencial no fue impedimento para que miles de personas se congreguen en el Congreso de Buenos Aires, desde donde marcharon a la Plaza de Mayo para rendir homenaje al fiscal.
La exesposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo y sus dos hijas de 15 y 7 años, lucían empapadas a la espera de iniciar la caminata de 1,7 km hasta la Casa de Gobierno. La consigna era marchar en silencio y sin banderas partidarias.
Una marea de paraguas cubría a la multitud en los alrededores del Congreso, donde los seis fiscales que convocaron al homenaje a Nisman fueron recibidos con aplausos, banderas argentinas y carteles que pedían “justicia y verdad”.
Dirigentes de todo el arco político, la dirigencia de la numerosa colectividad judía, la más importante de América Latina, así como los ocho candidatos presidenciales de la oposición para las elecciones de octubre formaron parte de esta convocatoria replicada en distintas ciudades del país y del mundo.
El fiscal Nisman llevaba adelante la investigación del mayor atentado terrorista cometido en el país, el ataque a la mutual judía AMIA, ocurrido en 1994 que causó 85 muertos y 300 heridos.
El mes pasado, Nisman sorprendió con una denuncia impactante: acusó a la presidenta Fernández, al canciller Héctor Timerman y a dirigentes kirchneristas de haber encubierto a los funcionarios iraníes imputados de haber perpetrado el ataque. Cuatro días después, horas antes de presentarse en el Congreso para dar detalles de la denuncia, Nisman fue encontrado muerto en su departamento de Puerto Madero con un balazo en la cabeza.
“La marcha es un catalizador de reclamos subyacentes en la sociedad, como la impunidad. El enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y el Judicial, era preexistente, pero el caso Nisman lo ha potenciado”, dijo a la AFP Rosendo Fraga, sociólogo y director de la consultora Nueva Mayoría.
En otras ciudades, como Santa Fe y el balneario de Mar del Plata, cientos de ciudadanos también aplaudieron en plazas en solidaridad. Solo en la capital argentina los organizadores calculaban la participación de más de 300 000 personas.
El mitin tuvo sus réplicas también ante las embajadas de Argentina en España, Italia, Francia, Australia, Alemania, Sudáfrica, Israel, Estados Unidos, Canadá, Brasil, Chile y Uruguay.
En los días previos, la convocatoria había sido rechazada por el Gobierno, al considerar que tenía un sesgo político opositor. El Régimen repudió el mitin por considerarlo “golpista” y sostuvo que la denuncia de Nisman contra Kirchner es un intento de involucrar al país en el conflicto de Medio Oriente.
“Les pido que abran bien los ojos. No estoy hablando de conspiraciones, es un mundo de intereses”, dijo Kirchner en un acto en cadena nacional antes de la marcha. Frente a las críticas, los convocantes afirmaron que la marcha busca rendir homenaje a Nisman, sin intencionalidad política.
El pasado viernes, el fiscal Gerardo Pollicita solicitó a la Justicia la imputación de la presidenta Fernández, el canciller Héctor Timerman y el resto de acusados por Nisman.
En 2006, con apoyo del fallecido expresidente Néstor Kirchner (2003-2007), Nisman acusó del atentado contra la AMIA a exfuncionarios iraníes, entre ellos al expresidente Ali Rafsanjani.
Pero en 2013, la presidenta Cristina Kirchner firmó un acuerdo con Irán para crear una comisión investigadora integrada por juristas que no fuesen ni argentinos ni iraníes y sentar en el banquillo a los acusados. Pero el fiscal Nisman y la colectividad judía de Argentina se opusieron.
En contexto
La Casa Blanca señaló que está pendiente de la situación en Argentina, tras la muerte en extrañas circunstancias de un fiscal que acusó a la Presidenta de encubrir a los sospechosos iraníes del atentado contra un centro judío, que ha desatado un escándalo político.