Una de las provincias más olvidadas del país, Cañar, se va situando en la mira e interés de muchos ecuatorianos. Quizás tenga que ver con las gestiones modernas y convocadoras que despliega el alcalde de la ciudad de Cañar, el indígena Msc. Belisario Chimborazo, quien ha apostado por la transparencia en la presentación de programas y manejo de fondos, así como la integración pacífica entre los pobladores indígenas y mestizos. Es parte de recuperar la palabra de los ‘ninguneados’, al decir de Galeano. De lograr crear un sistema administrativo propio, democratizando la información en un medio atractivo como es el periódico El Carácter. En él se presentan no solo aspectos deportivos o turísticos, sino temas de fondo como la restitución y manejo de los páramos o la valoración y reconocimiento de los saberes ancestrales.
Se trata de activar a Cañar como capital arqueológica y cultural del Ecuador, título que recibiera en 2001, y por el que se desea hacer justicia a una población cañari que cuenta con una historia milenaria y que desde la independencia fue abandonada por los poderes centrales. Si escuchadas, sus actuales demandas y posturas nos revierten al mundo de la interculturalidad y la tolerancia más allá de los discursos políticos. Nos pueden dar pautas en el buen manejo de las fuentes de agua y la participación ciudadana, nuevas y frescas formas de desarrollo comunitario organizado en torno a problemas y necesidades comunes o ahorro de combustible, uno de los logros en estos cinco meses de gestión del dinámico Alcalde de Chimborazo.
Desde el esfuerzo privado, la Fundación Chasqui y su promotora, Judy Blankenship, fotógrafa y periodista canadiense, han creado un fondo para becar el estudio de mujeres indígenas, en las universidades de Cuenca y la Politécnica de Chimborazo. Desde 1998 se profesionalizaron nueve mujeres, que ahora ocupan importantes cargos en la provincia. El programa sigue de manera exitosa y prometedora. Son acciones que se complementan y requieren del apoyo sostenido de los gobiernos de turno que crean de manera comprometida en el desarrollo de los lugares y comunidades ‘excéntricas’, que no dan votos ni réditos en términos de política inmediatista, sino que pueden convertirse en modelos del buen vivir, una permacultura que no debemos copiar sino redescubrir en las propias prácticas de las comunidades olvidadas desde los centros de poder.
Volviendo a Galeano, aprender sobre de los que no son aunque sean, reconocer su lenguaje como idioma no dialecto, su religión no como superstición, su cultura no como folclor, su arte no como artesanía, su condición humana no como recursos humanos…