Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Un aguaje atípico, que empezó el domingo y concluye este miércoles 16 de julio, mantiene anegadas un grupo de viviendas asentadas a lo largo del estero Salado, en Guayaquil.
Los habitantes de las casas levantadas en las riberas del estero, desde la calle 17, en el noroeste de la ciudad, se despertaron el domingo con el interior y los patios de las viviendas bajo centímetros de agua.
En otras casas, hasta donde el agua del estero no llegó, sus habitantes optaron por levantar los muebles y otros enseres, por precaución. Es lo que hizo Bolívar Reyes, un carpintero de 62 años quien afirmó que habita desde 30 en el sector. “A mí no me llegó el agua, pero a mis vecinos sí”. El morador comentó que el problema no es nuevo. “Cada vez que hay aguaje, el agua sube, pero esta vez llegó hasta las casas”.
Reyes habita en una villa de cemento a 10 metros del puente de la 17, uno de los viaductos que conecta con el norte del Puerto Principal. Los moradores de la zona se mostraban preocupados por la mañana, ante el temor de un supuesto anuncio de reubicación.
Un grupo de inmuebles frente al estero luce desde el 2005 con sus fachadas pintadas de colores encendidos. Fueron parte del proceso de regeneración de estero que emprendió ese año el Municipio de Guayaquil.
El Cabildo no ha anunciados planes de reubicación en ese sector; el Gobierno sí. Desde el 2010 promueve el plan Guayaquil Ecológico, que busca rescatar al estero Salado de la contaminación. El proceso incluye la salida de las viviendas en zonas consideradas de alto riesgo, y su reubicación en planes habitaciones estatales.