Advertencias a los medios

Usar la gigantesca maquinaria del poder para amedrentar a la prensa es una muestra de los excesos en los que puede caer un régimen que, como parte de su estrategia para descalificar a sus críticos, asume la potestad de decidir qué es verdad y qué es mentira.

En los últimos años, América Latina es testigo de una creciente ola de intolerancia de regímenes que consideran que en los países donde ejercen el mando existe una “prensa adversaria” a la cual hay que silenciar para reducir el nivel de su influencia sobre la sociedad o, peor , para que circulen solamente las ideas que se ajustan al pensamiento de los gobernantes.

La estrategia es clara: achicar los espacios de crítica, debate y reflexión acerca de los grandes temas de interés nacional. Para eso se usan innobles armas como la intimidación al periodismo y la judicialización, bajo antojadizas interpretaciones legales, de los errores que la prensa comete en su afán de informar u opinar.

Muchas veces, la prisa, la hora de cierre y el afán por tener todas las noticias del día llevan a los medios a caer en imprecisiones, enfoques aparentemente sesgados y desequilibrios informativos. Los errores suelen deberse, también, a fallas de procedimientos básicos y desprolijidad en la reportería, pero exigir un trabajo sobrehumano, como pretenden esos mandatarios, parece desproporcionado.  
 
En los casos de El Universo y Teleamazonas, nada  justifica las actitudes agresivas desde el poder.

Todos los medios tienen como implacable juez a un público exigente que demanda rectificar, corregir y depurar noticias que no se ajusten a los hechos y que, por lo mismo, es el único con la atribución y el derecho de elegir las opciones que mejor satisfagan sus demandas informativas.

Suplementos digitales