Los adultos jóvenes también ocupan las unidades de cuidados intensivos en los hospitales de Quito

Atención a pacientes con covid-19 en la sala de urgencias de HCAN. Foto: Cortesía Hospital Carlos Andrade Marín.

Atención a pacientes con covid-19 en la sala de urgencias de HCAN. Foto: Cortesía Hospital Carlos Andrade Marín.

Atención a pacientes con covid-19 en la sala de urgencias de HCAN. Foto: Cortesía Hospital Carlos Andrade Marín.

"Vivimos momentos duros en Quito y en el mundo. En las unidades de terapia intensiva siempre hemos estado muy cerca de la muerte. Pero en la mayoría de ocasiones ese desenlace coincidía con personas de avanzada edad o que tenían comorbilidades, es decir otras enfermedades. Esa tendencia no se mantiene con los contagiados de covid-19. Estamos recibiendo a un mayor número de adultos jóvenes, con un rango de edad que va desde los 40 hasta los 60 años", relata Abel Godoy, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Carlos Andrade Marín, del Seguro Social, en Quito.

Hasta el reporte de este lunes 29 de junio del 2020, el Ministerio de Salud indica que el 57,8% de los contagiados tiene de 20 a 49 años. El 22%, de 50 a 64 años. Y el 15,7%, más de 65 años. En cuanto a los fallecidos, del total de 7 561 víctimas mortales, la mayoría está en el rango de más de 65 años. Y 2 345, de 50 a 64 años; 812, de 20 a 49 años.

El médico Abel Godoy considera que la población adulta joven sale a las calles por un sinnúmero de motivos, de trabajo, principalmente. Son los que más se movilizan, se ponen en contacto con contagiados, por lo que al estar expuestos al SARS-CoV-2, se enferman, dice.

"Esta enfermedad acaba en poco tiempo con la vida. De pronto aparece un resultado positivo, el cuadro se complica y entre siete y 10 días, un paciente puede sucumbir ante la enfermedad. No nos deja el tiempo suficiente para conversar con la familia, no llegamos a conocer bien al paciente, lo tratamos en estado muy grave. Y siempre que atendemos a alguien pensamos que podría ser un pariente o una persona muy cercana. Nadie está exento y la mayoría de nosotros sentimos ese temor. En terapia intensiva, hemos visto que es una enfermedad que ataca muy rápido y no discrimina a nadie. Los ciudadanos deben saber que si se descuidan un poco, pueden caer, contagiarse".

¿Cuál es el recuerdo más impactante que tiene de estos meses en sus unidades de terapia intensiva? El médico Godoy responde que ver morir a madres embarazadas, que luego de dar a luz desarrollaron síntomas graves de la enfermedad. "Son personas económicamente activas, sostén de su familia, de la noche a la mañana sucumben. Y aunque el tiempo para interactuar con ellas ha sido muy corto, es doloroso, muchas claman 'no me dejen morir'. Este virus nos pone en una ruleta rusa, no sabemos quién podrá sobrevivir. Hay tantos adultos jóvenes, son casos muy duros de enfrentar. También hay más de un familiar contagiado, una pareja de esposos, de pronto uno muere".

¿Por qué pacientes adultos jóvenes se ponen graves y van a terapia intensiva e incluso fallecen? Esa pregunta se hace todos los días Abel Godoy, jefe de UCI en el Carlos Andrade Marín. "Todos los médicos que tratamos a estos pacientes quisierámos saber de qué depende que una persona adulta joven muera o no. No hay una explicación, todos asumimos que se trata de la respuesta inmunológica, a unos les hace menos daño y tienen la fortaleza para combatir a cualquier agresión al sistema. No tenemos la clave de la sobrevivencia de estos pacientes. Quisiéramos saber si habrá un patrón genético, por qué el virus es tan agresivo en algunos casos. Ya no es la edad avanzada el único factor predisponente".

Godoy, de 46 años, se contagió de covid-19 a finales de abril. Él no sabe si pudo infectarse a nivel comunitario, mientras hacía compras en el supermercado, por ejemplo, pues asegura que se ha cuidado en el hospital. Por eso se siente más cerca de los pacientes. Él no tuvo casi síntomas e incluso donó plasma, para tratar de ayudar a otros con cuadros graves, cuenta. Pero asegura que se quedó muy débil. "Tanto que enseguida me dio neumonía y tuve dificultad para respirar, estuve decaído físicamente. Es una enfermedad muy seria. Yo sospecho que quienes fuimos pacientes casi asintomáticos igual nos quedamos con secuelas. Otros gérmenes se aprovechan de la debilidad".

La esposa del jefe de UCI del Hospital del IESS también se contagió, ella estuvo hospitalizada. "Así pude vivir de cerca esos dramas familiares de quienes se contagian. Tenemos una hijita de 2 años, a quien sometimos a exámenes, ella dio negativo. Por eso mientras mi esposa y yo estuvimos enfermos se quedó al cuidado de otra persona. He leído que los niños tienen menos predisposición a infectarse, al parecer no han desarrollado unos receptores que los adultos ya tenemos y que son claves para el ingreso del virus. Tienen más resistencia, pero hay que ser precavidos".

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