Personal ayuda en la alimentación de los residentes en el Hogar Sta. Catalina Labouré. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Rosa aún añora los días en que su padre Vicente tenía una buena salud. En esa época estaba muy activo, cuidaba animales y conversaba. Ahora, sentado en un asiento ubicado en el exterior de su casa, reposa el hombre, de 84 años, a quien ayuda a vestirse, bañarse e incluso hablar.
Vicente es parte de la población de adultos mayores que, según proyecciones del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), sumaron 1 180 944 hasta diciembre del año pasado. En este grupo se encuentran las personas mayores de 65 años.
De ellos, un 57,4% (677 862) vive en situación de pobreza y pobreza extrema. Vicente, por ejemplo, vive con su hija Rosa, quien es comerciante ambulante. El ingreso mensual que recibe suma USD 100 y corresponde al bono de desarrollo humano (BDH) variable.
Este rubro alcanza para su alimentación. El resto: ropa, medicamentos y útiles de limpieza es costeado por Rosa, quien tiene siete hijos y un nieto. Todos viven en una vivienda a medio construir, en Guamaní, sur de Quito.
Esta situación impulsó a Rosa a trabajar de 08:00 a 17:00. En ese tiempo, Vicente permanece solo en la casa. Su reducida movilidad y falta de audición le impide realizar actividades como caminar o pasear por su cuenta. “Necesita una persona que le ayude en todo”.
Dos meses atrás -recuerda la mujer- él tuvo una enfermedad pulmonar, que se sumó a un problema de próstata.
En la Encuesta de Salud, Bienestar del Adulto Mayor (Sabe), del 2009 -último dato disponible-, uno de cada tres personas de la tercera edad presenta enfermedades. Las más frecuentes son las cardíacas, pulmonares, deterioro cognitivo y depresión.
Dorys Ortiz, psicóloga clínica y terapista familiar, explicó que la tercera edad se divide en tres momentos: de los 65 a 75 años, de los 75 a los 85 y de los 85 años en adelante.
Para las etapas más avanzadas -a partir de los 75 años, cuando se manifiestan trastornos como párkinson o alzhéimer– se requiere de una atención más personalizada y cuidados profesionales. Lo importante es que estén acompañados para que realicen sus actividades cotidianas.
El personal del Hogar de Ancianos Santa Catalina Labouré, en el centro, realiza una serie de dinámicas con los 63 adultos mayores para un envejecimiento placentero. De ellos, 16 son hombres y 47 mujeres, entre 68 y 102 años.
La nutricionista, por ejemplo, arma el menú diario tomando lo que cada uno necesita. El terapista físico atiende a cada residente dos veces al día. Y la terapista ocupacional los anima para que se sientan útiles y capaces. Juegos y manualidades son parte de la jornada de dos horas diarias.
Hace siete meses llegó, por su cuenta, Fabiola Granda, de 81 años. Con voz quebrada y ojos llorosos, dice que vive feliz rodeada de gente que le hace sentir querida. Ella no se casó ni tuvo hijos. Trabajó desde los 15 años y se jubiló hace más de 20. Con su pensión aporta al hogar y vive tranquila.
El 60% de adultos mayores que residen en el lugar llegó en condiciones de indigencia. No tienen familia o han sido abandonados. Otras personas fueron llevadas por la Policía, por organizaciones o el MIES. “Aquí tenemos todo tipo de casos, pero el trato y cuidado es con dignidad para todos por igual”, añadió sor Cecilia Vargas, directora del Hogar.
El abandono es uno de los problemas visibles en este grupo poblacional. En la encuesta Sabe se explica que un 14,9% de los adultos mayores refiere estos casos. Es decir, ya no recibían dinero, alimentos o medicamentos que necesitaban para sostenerse. Incluso, han pasado largos períodos solos.
Para la titular del MIES, Berenice Cordero, las personas de la tercera edad deben tener un cuidado integral. Esto viene de la mano de la creación de un marco legal, en el que se garanticen sus derechos.
Tras 27 años, la Ley del Anciano fue reemplazada por la del Adulto Mayor. El 19 de julio se aprobó, entre otras cosas, el derecho a demandar alimentos a cónyuges o parejas en unión de hecho, a descendientes hasta el segundo grado de consanguinidad y a hermanos.
Hay dos consideraciones que se tomarán en cuenta como las necesidades de la persona de la tercera edad y la capacidad económica de quien tenga que dar este monto. El MIES deberá elaborar una tabla de pensiones en 180 días. “Será similar a la de alimentos de niños”, explicó Cordero.
En este marco legal se incluye el derecho a una salud especializada e integral, la vivienda, el trabajo y la educación.
En contexto
En la Constitución se garantiza el respeto a los derechos de este grupo etario. Lo mismo se observa en el marco jurídico internacional con la Programación de Principios de Naciones Unidas para proteger a las personas adultas, de 1991.