Redacción Espectáculo
Sandro fascinó a miles de personas de distintas generaciones latinoamericanas, no solamente por su excelente calidad interpretativa o su ingenio escénico, sino también por su carisma y personalidad.
La vida de Sandro, pese a sus humanas debilidades, es tomada como modelo ejemplar por su respeto, valentía y caballerosidad. En algunos países, varios fans se han lanzado a los hospitales para realizar consultas con el fin de dejar de fumar.
Ahora que el mundo se despide de este gran artista, tres de sus seguidores en Ecuador recuerdan la personalidad de Sandro.
‘Sandro era un dandi. R. Sánchez era un místico’
Claudio Durán, músico
Él era dos personas. Cuando era Sandro era un tipo que se vestía con ropa francesa, que tomaba whisky importado en vasos de vidrio con hielos cuadrados. En esos momentos podría decir que era un dandi.
En cambio, Roberto Sánchez, que era el personaje de su vida cotidiana, era alguien que vestía todos los días igual: las mismas camisetas, los mismos pantalones y las mismas botas.
Leía todo el tiempo. Era un místico. Hablamos mucho de filosofía y religión con él. Era de la orden de los templarios. Por eso dibujaba para los vitrales de su casa, con símbolos templarios y su estudio de grabación se llamaba La temple. Cuando pude estar con él en algunos shows, era su cumpleaños y yo le regalé el ‘Bhagavad Guita’ (libro sagrado hindú).
Tuvimos algunos ensayos antes de salir, y el director que se encargaba se llamaba Víctor Caro. Era un director cotizado, lógicamente… Sandro no trabajaba con cualquiera. Preparamos las canciones y salimos a la gira. Todo estaba muy bien estructurado para que funcionara aun en condiciones complicadas. Debía ser así… todos sus shows eran en condiciones complicadas. Había muchos gritos de fans, aglomeraciones y todo ese tipo de cosas que hacen que el trabajo no fuera tan fácil, pero Sandro lo llevaba con mucha paz y tranquilidad.
Incluso en los aeropuertos la gente no se daba cuenta que era él. Recuerdo que una vez estábamos en el camarín de un estadio de Machala y sonó un rayo tremendo y luego vino una tempestad, una lluvia que no se veía nada a un metro de distancia.
Él dijo que salíamos a tocar en ese momento a un escenario descubierto en mitad de la cancha de fútbol. Yo pensé que era broma, pero no. Era verdad. Hicimos la introducción bajo el agua, era una cosa increíble.
Nunca me había pasado algo así. Yo empezaba la tercera o cuarta canción con mi guitarra, Te propongo, y de pronto me electrocuté. Perdí el conocimiento, se me pusieron blancos los ojos y me llevó como dos canciones retomar el movimiento del brazo, porque fue un golpe de electricidad muy fuerte… ¿Cómo olvidarlo?
Lo que siempre me impresionó de Sandro era el manejo que tenía respecto de la gente. Recuerdo que tocamos acá en Quito, en un club privado, y había algunas señoras de la sociedad quiteña, que le lanzaban los calzones al escenario. Era increíble. Eso yo no lo he visto con nadie… Sandro definitivamente era especial.
‘Sandro es mi referente artístico y humano’
Carlos Carcelén J., fan
Ningún apasionado seguidor de Sandro puede hacer suyas las palabras: “No quiero que me lloren cuando me vaya a la eternidad…”, cantadas por él, cuando el dolor que te invade por su muerte no deja espacio a la reflexión.
He seguido la carrera de Sandro por más de 25 años. Inicialmente me gustaba un cantante español, hasta que un día un primo mío puso en mis manos un LP de Sandro y dijo: “Este loco sí canta cosas buenas… y además canta bien”. Lo escuché y tenía razón. A mis 12 años, Sandro se convirtió en mi referente artístico y humano.
Hay muchas cosas que atrajeron mi gusto por Sandro. Las letras de sus canciones, siempre con respeto hacia la mujer, con un mensaje y sentido que hoy ya casi no se encuentra; el sentimiento para interpretar las canciones; el carisma en el escenario; y, sobre todo, su humildad, porque a pesar de estar en la cima del mundo de la música nunca presumió de ello, siempre fue el mismo ‘pibe de barrio’. O como él mismo decía: “Yo no compro lo que vendo”.
Otra cosa que destaco de él es que jamás se metió en escándalos. Nunca pudieron publicar nada vergonzoso de él. Supo mantener su vida privada en secreto. Su ‘rivalidad’ con otros cantantes siempre fue muy profesional y respetuosa; jamás buscó salir en portadas de revistas ni hacerse famoso haciendo daño a otros.
Con el tiempo fui adquiriendo todos sus discos. Si tenía que viajar a algún lado, aprovechaba para comprarlos. Así completé una buena colección de LP. Con la llegada del CD y el acceso a Internet, el reto se hizo más grande. Me propuse conseguir toda su discografía anterior digitalizada.
A raíz del empeoramiento de su enfisema, a finales de los noventa, Sandro dejó de hacer giras internacionales y solo se presentaba en su país. Mi pasión hizo que viajara a Argentina para poder verlo en vivo. Con la ayuda de unos amigos argentinos viajé en 2004 a Rosario al espectáculo ‘La profecía’, en el que Sandro resaltó la injusta discriminación que sufren los gitanos. Un gran espectáculo, de más de tres horas.
Prácticamente, he logrado coleccionar toda su discografía, libros escritos acerca de él, artículos, fotos, conciertos, películas, documentales, tributos, entre otras cosas. Reconozco que Sandro cometió el error de meterse en el vicio del tabaco; sin embargo, para mí Roberto Sánchez es un ejemplo de vida, pues a pesar de su enfermedad siempre luchó por salir adelante, nunca se rindió. Amó la vida y la disfrutó. En sus propias palabras: “Yo puedo perder la vida, hermano, pero la vida no me la pierdo”.
¡Gracias por todo, maestro!
‘Su música provocaba una euforia sana en la juventud’
María del Carmen Izurieta, fan
A Sandro lo he seguido toda mi vida. Cuando era joven, en la ciudad de Baños, donde yo nací, no se podían encontrar sus discos, así que viajábamos a Ambato o los mándabamos a buscar a Quito con gente que viajaba para allá.
Cuando sabíamos que había un nuevo ‘long play’ nos poníamos (mis amigas y yo) como misión conseguirlo y siempre lo lográbamos. Escuchábamos siempre las emisoras que ponían sus discos y comprábamos sus pósters.
Me gustaban, sobre todo, las letras de sus canciones. En la actualidad la mayoría de las letras de las canciones juveniles no dicen nada o cuando más cosas sin sentido. En cambio esas letras elogiaban y admiraban la belleza de una mujer, o de un paisaje o de algún momento vivido. Eso es una forma de conectarse con las cosas buenas que hay en el mundo.
En la década de los setenta, la forma muy original que Sandro desarrolló para actuar sobre el escenario causó furor. Sus movimientos apelaban a una sensualidad agradable y no a una sexualidad grotesca. Ni en su generación ni en las siguientes surgió un artista del mismo nivel en la interpretación como en el carisma.
En esos movimientos, pero, sobre todo en el sentimiento que demostraba cuando cantaba alguna canción, Sandro se entregaba por completo a su público. Y nosotros, su público, le devolvíamos el mismo sentimiento porque sabíamos que era fuerte y sincero.
Antes y ahora, aquí y en Argentina surgieron muchos imitadores que trataron de reproducir su calidad artística, pero es imposible, porque la particularidad de Sandro estaba en su amor y su respeto por lo que hacía.
Sandro siempre se caracterizó por respetar la figura de la mujer. Era una cualidad nata. Fue un ser humilde y muy respetuoso. No recibió toda la educación que hubiera querido por causa de su situación económica y, sin embargo, siempre mantuvo intacta su caballerosidad. Supo ser un caballero a carta cabal. No provocaba sentimientos negativos, sino una euforia sana y positiva.
Nuestra generación no solo disfrutó de la música de Sandro, sino que también admiró la estupenda persona que era fuera de los escenarios. Mi generación todavía no tenía la libertad para ir a los conciertos que dio Sandro en el país. Teníamos que contentarnos escuchándolo por la radio. En realidad su música era solamente para escuchar. Para bailar estaba Elvis Presley, o los Bee Gees , por ejemplo, para escuchar siempre estaba Sandro.
Pese a su muerte, producida relativamente pronto y a causa de un vicio, Sandro sigue en la memoria de miles de personas.
Un hermano llamado Sandro en honor al cantante
Carlos Armas
Soy fanático de Sandro desde los 12 años. En él fije mi rumbo y gusto musical y oía por radio sus canciones (no teníamos tv). Tal es fanatismo que cuando mi último hermano nació, en 1969, los ocho hermanos presionamos a nuestros padres para que le pusieran Sandro al niño recién nacido. Lo hicimos con el cambio de S por Z ya que en el Registro Civil no había casos con ese nombre. Siempre me han gustado sus canciones y sus películas que en los setenta pasaban en el Cine Alambra… ¡qué días aquellos!.
Soy 9 años menor al artista, soy romántico y sentimental. Crecí con sus canciones románticas: Porque yo te amo, Penumbras, Penas, Una muchacha y una guitarra, Así, etc. Canciones que eran y son mi vida sentimental. Sandro fue un espejo de muchacho sentimental, alegre, con mucha energía y entusiasmo por la vida.
“Dejáme chiquilina, estoy muy cansado”
Rocío Andrade
Me gusta mucho Sandro. Crecí escuchando sus canciones tan románticas tan hermosas. Hace unos 20 o 25 años el vino al Ecuador y mi cuñado estaba de guardia en el Coliseo y me ayudó a entrar a su camerino. Llevaba un camisa blanca y luego de su presentación pude tomarle por su brazo. Me miró, estaba muy agitado por la presentación y me dijo con delicadeza: “Dejáme chiquilina, estoy muy cansado”, acaricio mi cabeza y salió corriendo. Su piel era muy blanca. Ese “chiquilina” me mató. Él era ya un hombre maduro, pero fue una experiencia muy linda. Lamento mucho que los cantantes con los que uno pasa la vida como fondo musical estén desapareciendo así como Rocío Durcal, y Michael Jackson a quienes admiré mucho. No hace falta ser un familiar para sentir dolor por los seres que uno quiere y admira. Me gustaría que en vez de que se los visite para saber de su vida cuando ya no están sea como dice la canción, En vida! Sería fantástico que las nuevas generaciones conozcan de la bella letra de las canciones de antes..
“Mi padre falleció de lo mismo que Sandro”
Francisco
Mi padre falleció de lo mismo que Sandro: mucho cigarrillo, poco amor a la salud. Creo que la muerte de este cantante debe servir como un ejemplo para que de una vez por todas el cigarrillo sea eliminado de la venta pública. Sobre Sandro recuerdo que mis tías mayores se volvían locas cuando llegaba a la Feria de Durán. Era un espectáculo eufórico y no lograba entender por qué tanta locura, pero con el paso del tiempo comprendí viendo videos del talento nato que desbordaba el tipo. Era único e impacto a la generación de los sesenta y setenta.
“Sandro primero conquistó con el rock a los hombres”
Néstor Domínguez, Buenos Aires, Argentina
Vi debutar a Sandro y Los de Fuego en los bailes del club del barrio en Lanús, provincia de Buenos Aires. Tengo 62 años. Soy de la generación del “permiso”, “por favor” y el “disculpe”.
Del respeto y la sonrisa, de lo simple, de lo dulce, y donde el hombre vivía en una permanente conquista. Allí había códigos entre los hombres y rosas para las mujeres.
De esa generación fue Sandro, de esa que lograba a través de la simpatía, la mirada, la sensualidad y el sentido común, el respeto del hombre y el deseo de las mujeres.
Sandro primero conquistó con el rock a los hombres. Luego cantó a las mujeres lo que querían escuchar. Mantenerse 40 años en el mundo del espectáculo sin que nadie hable mal de él, no es poco. Hoy está como el dice en la canción: “Siempre cantando / siempre bailando / yo quisiera morir, / de cara al cielo / sobre este suelo / en el que yo nací”
“Sandro contribuyó en nuestro despertar al amor”
Inés Garzón
¡Sandro, el Elvis de América Latina!, ¡Sandro querido, el pueblo está contigo! Así le llaman las mujeres argentinas… y todas nosotras, mujeres latinoamericanas, amamos a Sandro porque con su presencia y voz varonil, vigorosa y erótica, su música romántica, apasionada y tierna, contribuyó en nuestro despertar al amor, al romance, a la pasión.
Sandro no muere, artistas como él jamás mueren. Es maravilloso, cuando escuchamos su música. Nuestro corazón palpita lleno de recuerdos y emociones y nos invade un sentimiento de amor, alegría, ternura y pasión. ¡Hasta pronto querido Sandro!