Redacción Política
El teniente coronel de la FAE John Merino recibió el último adiós ayer. Falleció el domingo por la noche, después de una larga agonía a causa de la pandemia de influenza AH1N1.
El presidente Rafael Correa, quien acompañó a la familia desde el domingo por la noche, fue quien pidió que el velorio se realizara en el Salón Amarillo del Palacio de Carondelet.
Desde las primeras horas de la mañana, hasta la capilla ardiente llegaron ministros, los comandantes de las tres ramas de las Fuerzas Armadas, amigos y familiares del infante aéreo. “El país pierde a un gran oficial, que ha ofrendado su vida en el cumplimiento de su deber”, comentó el ministro Miguel Carvajal antes de ingresar al funeral.
A las 08:00 se celebró una misa de cuerpo presente. Junto con la viuda, Nidia Correa, y sus hijos, John Boris y Jennifer Piedad, también estuvieron varios compañeros y subalternos de armas. “Fue un gran instructor y, sobre todo, compañero de armas”, comentaba el suboficial Luis Durán, con quien el comandante Merino trabajó en la Escuela de Aerotécnicos de Latacunga.
A las 11:00, en la ceremonia de relevo de guardia de los Granaderos de Tarqui, se ofreció un minuto de silencio en memoria del alto oficial. En ese momento la bandera tricolor fue izada a medida asta. La Plaza de la Independencia, que estaba más concurrida que en los días anteriores, permanecía en silencio.
Después de la segunda misa, que se desarrolló a las 12:00, los restos de Merino dejaron la Casa Presidencial, que cuidó por ocho meses. Cuando se retiraba el féretro en medio de los honores militares, el presidente Correa usó un pañuelo para limpiarse los ojos. También sostenía de la mano a la viuda. El Mandatario permanecía en silencio.
Los restos mortales fueron llevados hasta la Base Aérea Mariscal Sucre y desde allí, en un avión de la Fuerza Aérea hasta Guayaquil. El funeral será hoy en el Cementerio General.
La de ayer fue la segunda vez que se levantó una capilla ardiente en ese salón, desde el inicio del último período democrático. La primera fue para el velatorio del presidente Jaime Roldós, su esposa Martha Bucaram y la comitiva que se accidentó el 24 de mayo de 1981. Así lo recordaba el capellán de la Casa Militar, padre Ricardo Chamorro.
El comandante Merino asumió la jefatura del Escuadrón de Seguridad Presidencial el 14 de enero de este año. Su función era la de responder por la seguridad física del Presidente de la República, de su familia y de los más altos funcionarios del Palacio
Nacional.
Su salud se quebrantó el 10 de agosto pasado, cuando le diagnosticaron influenza AH1N1. Estuvo 27 días en terapia intensiva.
Punto de vista
Byron Canelos Neumólogo
Rafael Correa no debe exponerse
Si yo fuera asesor presidencial, le sugeriría que no se expusiera en actos públicos durante esta temporada. La razón es que se está poniendo en riesgo la vida del Presidente de la República.
Hay dos personas muy cercanas a su entorno que se han contagiado. El primero tuvo un desenlace fatal, pues falleció su Jefe de Seguridad, es decir, la persona que más cerca está en su entorno. El segundo caso es de un Ministro que ha sido curado a tiempo.
También acabo de dar el alta médica a otra paciente, que es una secretaria del Palacio Presidencial, que también fue infectada con neumonía del mismo tipo. Eso significa que el círculo cercano al Presidente se contagió.
Incluso, él estuvo en la reunión de presidentes de la Unasur en Bariloche, en donde seguramente fluyó el virus que afectaba a la salud del presidente colombiano, Álvaro Uribe.
La proximidad de muchas personas con el Presidente pone en riesgo su salud. Por esa razón es necesario que Carondelet extreme los cuidados, por lo menos hasta cuando hayan disminuido la incidencia de casos.
El uso de geles desinfectantes no es suficiente para prevenir que se propague el virus. Creo que también es necesario revisar los sistemas de ventilación de la Casa Presidencial.