Al calor del mordaz discurso gubernamental en contra de los medios, y del injusto Proyecto de Ley Panchana, múltiples voces se han pronunciado a favor de la prensa libre. Este Diario ha publicado una serie de reportajes respecto a la importancia de la prensa como agente a favor de la democracia y como bastión fundamental de la defensa de los valores de nuestra sociedad.
Quisiera aportar con una referencia fundamental. En específico, con respecto a la trascendencia que puede tener un artículo de opinión. En la última década del siglo XIX, Francia se trastornó debido a un escándalo que dejó huella en el espíritu de la sociedad gala.
El militar judío-alsaciano Alfred Dreyfus fue acusado de ser un espía para el ejército alemán, por tanto enviado a la mítica prisión francesa en la Isla del Diablo, cerca de costa de Guyana.
Poco tiempo después, se descubrieron pruebas que incontestablemente revelaban la inocencia del convicto.
Sin embargo, los múltiples intentos de recurrir la condenación de Dreyfus y perseguir al verdadero culpable sucumbieron ante corrientes políticas nacionalistas y antisemitas, que se negaban a creer que un judío fuese inocente. Hasta que el 13 de enero de 1898, el famoso escritor Émile Zola publicó en el periódico L’Aurore uno de los editoriales más célebres de la historia, “¡Yo acuso!”.
El artículo escandalizó a la sociedad francesa, la cual se dividió entre quienes se consideraban dreyfusistas y antidreyfusistas. El pintor impresionista Edgar Dégas se peleó terminantemente con sus más viejos amigos y colaboradores debido a sus opiniones.
Zola tuvo que exiliarse debido a los potentes efectos de su incendiaria publicación; sin embargo, consiguió la movilización ciudadana, cuya presión fue determinante para que años más tarde se rectificara la condena.
El mítico título de “¡Yo acuso!” se convirtió en un lema utilizado por las fuerzas civiles contra los abusos del poder. Pablo Neruda lo usó para denunciar la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, del gobierno de González Videla, apodada la Ley Maldita.
A través de la opinión los medios de comunicación trascienden el rol de meros transmisores de noticias, y se configuran como foros de expresión ciudadana.
De esta manera, el debate democrático no se restringe a los usuales foros políticos, sino que trasciende a la propia sociedad, siendo elemental para canalizar la voluntad popular hacia las instancias representativas, y, por ende, para la realización del ideal democrático.
Pues bien: yo acuso al Gobierno del Ecuador y a su partido político de irresponsablemente maquinar la muerte de un instrumento esencial para nuestra democracia.