El Parlamento Europeo ratificó el acuerdo comercial con Ecuador el 14 de diciembre. Mañana entrará en vigencia. Foto: archivo AFP
El pragmatismo se impuso al final. Luego de nueve años de altibajos, el 11 de noviembre se concretó el acuerdo de libre comercio entre Ecuador y la Unión Europea (UE). Ese día, en Bruselas, el vicepresidente Jorge Glas suscribió el protocolo de adhesión al acuerdo comercial que ya habían firmado Colombia y Perú años atrás.
Con el tratado aprobado, a partir de mañana, 1 de enero del 2017, Ecuador podrá vender al mercado europeo, sin pagar aranceles, el 99,7% de sus productos agrícolas y el 100% de los bienes industriales y pesqueros.
La negociación le tomó al Gobierno siete años, básicamente por las diferencias dentro del Régimen sobre la apertura comercial y su compatibilidad con un modelo de desarrollo más proteccionista.
A mediados del 2014 se cerró la negociación, de la mano del exministro de Comercio Exterior, Francisco Ribadeneira, y del negociador Roberto Betancourt.
Finalizada esta fase las demoras continuaron, esta vez en el proceso de ratificación. No fue sino hasta este año que se concluyó este proceso en los legislativos de ambas partes. A diferencia de lo sucedido en 10 años de Gobierno, el oficialismo y la oposición votaron a favor del acuerdo. Solo hubo un voto en contra, dos blancos y dos abstenciones, que incluyeron a legisladores de Alianza País.
Si no se ratificaba el acuerdo hasta este mes Ecuador, al ser considerado un país de renta media alta, estaba destinado a perder las preferencias arancelarias que otorga la UE de manera unilateral. El efecto era que la oferta exportable del país debía pagar aranceles, lo cual significaría USD 400 millones anuales, según la Federación Ecuatoriana de Exportadores.
El acuerdo incluye beneficios para exportadores e importadores. En el caso de estos últimos hay desgravaciones arancelarias, totales y parciales, para licores, vehículos, maquinaria, entre otros.