Habiendo planteado algunas reflexiones sobre el vínculo integración-educación, vale ahora la pena reflexionar sobre la propuesta de que en el marco de la Unasur se establezca una agencia de acreditación universitaria.
Para lograr una eficaz cooperación académica, al mismo tiempo que se busca la elevación de los niveles científicos y tecnológicos, es preciso flexibilizar las formalidades de los planes de estudio y los procedimientos para reconocimiento de títulos. Es de esperar, por ejemplo, que un estudiante de un país pueda tomar un curso de posgrado, o continuar sus estudios de pregrado, sin otra certificación de su título que la de la secretaria de su universidad de origen. Los trámites de consulados y ministerios quedarían para el reconocimiento o revalidación de títulos de ejercicio profesional.
Como necesidad de la elevación del nivel de la enseñanza, y como aporte a la propuesta enunciada en el párrafo anterior, es necesario consolidar donde existen, y establecer en donde todavía no han sido creadas, instituciones o agencias de evaluación y acreditación. La medición de la calidad no solo impulsa el desarrollo académico, sino que permite también formular criterios comunes para el nivel de los programas. Una vez que las instituciones nacionales funcionen, se debe promover su coordinación y, con el tiempo, el establecimiento de una instancia común de evaluación y acreditación.
Un organismo de acreditación requiere de dos condiciones previas. Primera, que la propia Unasur tenga una capacidad de decisiones obligatorias supranacionales, que sus miembros no parecen querer darle. Segunda, que se consoliden agencias de evaluación y acreditación serias en cada Estado miembro.
Complementariamente, se debe inscribir el esfuerzo de cooperación de nuestras instituciones y programas universitarios, en mecanismos que permitan establecer la demanda social de formación e investigación. Estos no son estudios de mercado, sino ejercicios para establecer los requerimientos de las sociedades, con un proceso de coordinación de las instituciones superiores con la planificación nacional de cada país, y con los organismos de integración.
También es necesario un diálogo sistemático de las universidades con las instituciones que a escala internacional representan a la esfera productiva y laboral.
Buena parte de los puntos planteados dependen en su ejecución de una política expresa y definida de los países para promover la integración académica. Por ello es necesario que los gobiernos principalicen los programas académicos como elementos del esfuerzo integracionista. Asimismo, es importante que los órganos del sistema de integración, especialmente los culturales y educativos, establezcan mecanismos de promoción y concertación de los esfuerzos que vayan a realizarse.