El acogimiento es la última opción para los niños en riesgo en el Ecuador

Con el apoyo de Aldeas SOS, Rosa está a cargo del cuidado de sus seis sobrinos. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Con el apoyo de Aldeas SOS, Rosa está a cargo del cuidado de sus seis sobrinos. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Con el apoyo de Aldeas SOS, Rosa está a cargo del cuidado de sus seis sobrinos. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

En los últimos cinco meses, Rosa ha sido mamá para nueve. A más de sus tres ­hijos está a cargo del cui­dado de seis sobrinos, se­parados temporalmente de sus padres.

El portal de su casa, en un barrio del norte de Guayaquil, está pintado con garabatos infantiles. Adentro, la mesa, cubierta de cuadernos. “No ha sido fácil, pero no quiero que los niños vayan a una casa de acogida”.

El artículo 79 del Código de la Niñez y Adolescencia enumera 13 medidas de protección ante situaciones de maltrato, abuso, explotación sexual y tráfico de niños, niñas y adolescentes. Van desde boletas de auxilio y prohibiciones al agresor, hasta la custodia familiar y el acogimiento institucional.

El Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) tiene la rectoría de está última medida, que para los especialistas debiera ser la última opción. Las Juntas Cantonales de Protección de Derechos, los jueces y fiscales son quienes pueden ordenarla.

El coordinador zonal 8 del MIES, Alain Vélez, explica que mientras los niños están en acogimiento se busca a su familia ampliada (tíos, abuelos, etc.). Pasan por evaluaciones psicológicas, sociales y económicas. Y luego se enfocan en tejer vínculos.

La casa de Rosa es modesta. Solo su esposo trabaja y aún está esperando que el MIES le apruebe el Bono de Desarrollo Humano.

Mientras llega la ayuda se capacita para mejorar la crianza de sus sobrinos, todos menores de 15 años. Con el apoyo de Aldeas Infantiles SOS ha aprendido que el diálogo es la forma de crear armonía en casa.

Si no hay una familia ampliada, los padres pueden perder la patria potestad y se da paso a la adopción. “La familia es el primer núcleo de cuidados, pero no cuando hay una vulneración -dice Vélez-; mientras se investiga se aplica el acogimiento”.

La ejecución de esta medida entró a debate a inicios de mes, cuando no se aplicó en primera instancia a un menor de 20 meses de edad, presuntamente víctima del delito de oferta de servicios sexuales por medios electrónicos.

Los padres huyeron con el niño cuando eran investigados por la supuesta negociación del bebé con el propietario de un ciber en Durán (Guayas), quien sigue prófugo. El sábado el infante fue trasladado a la Casa Hogar Guayaquil, luego de la detención de sus progenitores.

Su abogado, Freddy Freire, intenta que la custodia pase a la abuela materna. “No hubo una oferta de los padres, eso se tergiversó. Según el examen de la Fiscalía, el niño no sufrió violencia psicológica ni física ni sexual”.

El Coordinador Zonal del MIES recuerda que la madre recibió asistencia cuando presentó por primera vez la denuncia, que luego retiró. “Se hizo un acercamiento para que el niño asistiera a un centro de desarrollo infantil”. Ahora la Cartera busca a su familia ampliada.

La Asociación Ecuatoriana de Bienestar Infantil (AEBI) sigue este caso y solicitó colaborar en la asistencia psicológica. “La idea es que el niño reciba seguridad, protección y amor”, dice la vicepresidenta del grupo, la psicóloga Paola Cercado.

El proceso de acogimiento puede producir depresión, pérdida de apetito y sueño. Para atenuar las secuelas, Cercado ve necesario que los niños tengan un cuidador fijo y que accedan a actividades lúdicas, que incluso permiten identificar pistas de otros tipos de violencia.

Emilio Carrillo, director de Aldeas Infantiles SOS en Guayaquil, reitera que el acogimiento institucional debe ser la última opción y de carácter temporal. “El niño tiene derecho a una familia, pero no a cualquier familia. Tiene que ser segura, afectiva, protectora”.

En el 2018, la organización atendió a 399 niños en acogimiento temporal y dio acompañamiento a 464 familias en riesgo de separación. “Con ellos trabajamos en el desarrollo de capacidades de cuidado: que sepan atender necesidades básicas y afectivas de sus hijos, que los escuchen y protejan”.

Aunque el Día de la Madre ya pasó, Rosa vuelve a llorar al abrir las cartas que recibió. Traen dibujos de corazones y de familias; en todas le dicen mamá.

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