Solemos empezar por el final: premiando. Me explico. En nuestro país creamos premios para las mejores obras de arte que se presenten en un salón de arte o en una bienal de poesía. En algunas ocasiones estos resultan en importantes sumas de dinero y, por supuesto, elaborados y costosos cocteles que a la presentación muy bien mediatizada del evento, le dan caché al político de turno o al empresario “sensible”. Mas los artistas sonoros, visuales, literatos, los gestores culturales o los curadores, usualmente reciben una limitada formación universitaria y deficientes dispositivos que les permita enfrentar con rigurosidad y vuelo, procesos de creatividad e investigación sostenidas. Algunos de los que se destacan, al término de sus carreras, no encuentran formas de gestionar los procesos creativos, peor aún si su creación conjuga elementos que cuestionan -denunciando- al stablishment. Más aún, si uno que otro logra una beca para un proyecto de investigación o una residencia de artista, a su vuelta encuentra que los foros de debate son prácticamente inexistentes. Asimismo, los procesos de evaluación son clientelares y obsoletos. Y a pesar de que existe un sinnúmero de creadores, gestores y curadores muy interesantes y propositivos, la relación entre los mismos es débil, y su visibilización intermitente o nula; la creación de redes está en espera.
En consecuencia, se deben ampliar y diversificar los fondos concursables que hace poco lanzara el Ministerio de Cultura y crear otras instancias que no premien la obra terminada, sino la elaboración y ejecución de proyectos valiosos, es decir el proceso mismo de creatividad. ¡Abajo los salones y las bienales chatas que atraen por el premio gordo de la lotería! Bravo por aquellas entidades que promueven la búsqueda, las miradas a una nueva y compleja realidad, que creen en los jóvenes, que apuestan por sus diferencias, réditos que no se ven a mediano plazo.
Por ello, me permito felicitar la iniciativa de la Galería Arte Actual (Flacso, Quito) que con su “Project room” realizó, conjuntamente con Pensart (Madrid), un laboratorio (Lablatino) de proyectos artísticos, de gestión y curaduría, en el que se debatió sobre los nuevos o en proceso que llevaban los asistentes seleccionados de todo el país. Las intensas jornadas complementadas por charlas con expertos de Madrid, Quebec y Yamaguchi, ha supuesto una experiencia que se debería replicar y ampliar. También celebramos los resultados del “III Encuentro de museos y educación, trabajando con las audiencias del siglo XXI” (Fundación Museos de la Ciudad/ICOM), procesos instructivos que complementan la labor de mediadores culturales y enlazan los procesos de creación y difusión con el público.