Redacción Cultura
Para entrar a la exposición en el Centro Cultural de la Universidad Católica hay que atravesar una cortina hilvanada con botellas plásticas, unidas por los extremos con cintas de colores.
Los dibujos atrapan la mirada. Árboles pintados en cartulina, que en sus ramas tienen los nombres, mariposas hechas con papel cometa y alambre, peces de papel, más adelante flores que llevan fotos de niños sonrientes, carros voladores de madera…
Es la muestra ‘Descubriendo los colores de la vida’ del programa Arteducarte, auspiciado por Grupo EL COMERCIO.
Es el trabajo que 800 niños de tres escuelas (Delia Ibarra de Velasco, Monte Carmelo y Centro Experimental Quintiliano Sánchez) realizaron el año lectivo pasado. Arteducarte es un programa de fortalecimiento académico mediante las artes.
“Me gustó hacer el sistema solar porque aprendí los nombres de los planetas”, dice Melany Quispe, de 9 años.
La niña señala con su dedo el alambre en forma de espiral, que tiene círculos de cartón pegados. Una esfera amarilla de papel está en uno de los extremos representando al Sol.
Melany cursa el quinto año de básica en la Delia Ibarra de Velasco. Llegó con su madre, Germania Guerra, a la exposición.
“Me dijo ‘vamos para que veas mis trabajos’. Yo no tenía idea de todo lo que había hecho. Solo llegaba a la casa con su mandil blanco manchado de colores y decía que hacía dibujos”.
Ahora -dice la madre- veo todo lo que aprendía. He visto un cambio en su actitud, está más desenvuelta y se siente capaz de hacer cualquier cosa.
Adriana Ponce, una de las artistas que participó, percibió esa renovación durante las clases.
“Al inicio ellas eran tímidas, se las veía asustadas, pero después, con los trabajos ejecutados, su confianza creció, al igual que su capacidad de crear. Es una gran satisfacción”.
La artista especializada en Artes Plásticas enseñó Ciencias Naturales. Uno de los temas que trató fue el sistema circulatorio.
Para eso, las pequeñas de cuarto de básica de la Delia Ibarra dibujaron sus siluetas sobre un pliego de papel craft, que se utiliza para la envoltura de objetos. Luego colorearon las imágenes y escribieron su sentir, tras un ejercicio de yoga que hizo Ponce.
“Vi mi corazón que latía con fuerza y se prendía, bombeaba mi sangre. Y se fue apagando, luego regresé al mismo lugar”, plasmó una de las niñas en su dibujo. Este y otros 20 más se exponen en el vestíbulo principal.
Los objetos muestran que los niños rompieron sus esquemas.
Sol Gómez, artista plástica, enseñó sobre los medios de transporte. Al inicio se dio cuenta de que a las niñas les costaba expresarse y su imaginación no despegaba. “Les indiqué que podían ser creativos y combinar los medios terrestres con los aéreos y marítimos. Así subes la autoestima, fomentando su creatividad”.
Eso sintió Sofía Álava, de 9 años. “Aprendí a pintar, no importa así sea feo, no importa”, dice la niña con una sonrisa.
También Anika Bozzano, de 9. “Me gustó mucho hacer el carro volador con madera. No fue difícil”, sostiene, mientras abraza a Gómez.
Para María José Sevilla, coordinadora psicológica, el trabajo de Arteducarte es de equipo. Interactúan no solo los pequeños, también artistas y maestros.
El programa está a cargo de María Consuelo Tohme, quien aspira a llevarlo a más provincias.