Redacción Sociedad
El patio central de la escuela Juan Montalvo, en el sector de Toctiuco en Quito, se matizó de colores.
Los 560 alumnos dejaron el rojo y azul de sus uniformes por los multicolores de las vestiduras de ángeles, pastores, gitanas…
Ayer ellos fueron agasajados por sus maestros y padres de familia. La jornada empezó a las 07:30 con el tradicional pase del Niño, luego los pequeños disfrutaron de títeres, teatro y bailes.
El candente sol no desmayó los ánimos de los niños y niñas. Nicole Chicaiza, ataviada de Rey Mago, no dejaba de aplaudir y bailar, a pesar que se despertó más temprano que de costumbre. Nicol, de 9 años, contó que se vistió en la escuela porque su madre se olvidó su traje en casa de una tía. “Me desperté a las 06:00”.
Klever Maigua, de 12 años, estuvo vestido de pastor. El cree que la Navidad es un momento de unión no solo con la familia sino con los compañeros y maestros de la escuela. “Es una época de amor”. Dayana Manceno, de 11 años, quiso representar a una pastora pero con un traje autóctono, por eso se vistió de otavaleña. Para ella, en Navidad “ las familias y los padres deben reconciliarse”.
Los padres de familia fueron los más entusiastas en la fiesta de sus hijos. 34 padres y madres de los dos terceros de básica ensayaron por tres sábados una danza tradicional. Ayer
la pusieron en escena vestidos de cayambeños. Sus hijos fueron los que más les aplaudieron. Laura Simbaña, una madre promotora, dijo que la iniciativa nació para que los niños se diviertan. Sus hijas Laura y Jessica se sintieron alegres al ver a su madre.
Los niños del cuarto de básica entonaron villancicos al son de panderetas. Carlos Chulca y Tania Chicaiza, de 11 años, opinaron que la Navidad es para que las familias se unan y compartan. Esta es una oportunidad.
Carlos Paredes, director de la escuela, indicó que cada año se repite el agasajo con una sola perspectiva, fortalecer los valores en padres y niños. Además, de esta forma se contribuye para que los alumnos de la escuela puedan tener un festejo navideño, puesto que el 70% de ellos vienen de hogares de bajos recursos económicos. “A nosotros nos ayudan porque a veces no tenemos para darles un juguete y con una funda de caramelos ya se contentan”, señaló María Ortega, madre de Kevin López, estudiante del plantel
El Instituto de la Niñez y la Familia (Infa) donó las fundas de caramelos que los pequeños llevaron como regalos de Navidad a sus casas. El apoyo fue parte de la campaña Rayuela Social.