Héctor N. es cauteloso cuando recorre a diario las calles del Guasmo Sur, un populoso sector de Guayaquil. Dos personas lo custodian, mientras realiza sus cobros que van desde los USD 4 a 20 por los préstamos con un interés del 16% mensual.
Estos créditos son prohibidos por la Ley, pero Héctor N. mantiene una lista con varios clientes que cada tiempo los visita. Antes andaba solo, pero ahora no se despega de sus guardaespaldas. No quiere correr la misma suerte que Abel Castro y William Nazareno. Ellos fueron asesinados el viernes 21 de agosto pasado, cuando iban a cobrar una deuda en un negocio ubicado en la Cooperativa Unión de Bananeros.
Los hombres estaban en un auto Suzuki Forza rojo oscuro, cuando fueron disparadas por desconocidos. “No se sabe si fue una riña o fue alguien que les debía dinero que vio más conveniente mandarlos a matar que pagarles la deuda…”, contó.
Otro prestamista, Nelson C, también siente temor. “Se ha vuelto peligroso este trabajo porque si no nos roban nos matan. La gente cree que nosotros cargamos siempre plata, pero no es así porque de lo mismo que cobramos, volvemos a prestar. Por nuestro bien debemos cargar poca plata…”, manifestó.
Edmundo Mera, jefe de la Policía Judicial de Guayas (PJ), cree que se trata más bien de ajustes de cuentas o ‘vendettas’ entre miembros de bandas de delincuentes que se disputan espacios de poder o de venta de drogas. “La actividad que realizaban los fallecidos no tiene relación directa con sus asesinatos…”, dijo Mera.
Empero, Jorge Blum, de la Unidad de Delitos contra la Vida, piensa lo contrario. “Sí se pueden dar casos en los que las personas que han prestado dinero manden a matar a los prestamistas para no cancelar sus deudas”, afirmó.
Punto de vista
‘Son créditos de emergencia’
Alexandra Tapia / Fundación Esquel, Ecuador
“El préstamo a los chulqueros responde a la necesidad de adquirir dinero en caso de emergencia, ya que las instituciones financieras son más estrictas a la hora de otorgar un crédito. Eso hace que mucha gente tenga más confianza en un prestamista de su barrio, sobre todo porque son personas conocidas y que no necesitan las garantías que pide el sistema bancario nacional”.