Redacción Sierra Centro
Édison Torres utiliza una mascarilla para evitar inhalar el olor a laca. Él trabaja hace ocho años en la fábrica de muebles Aguirre, ubicada en el centro de la parroquia Huambaló, a 8 km del cantón Pelileo (Tungurahua).
Torres no usa guantes ni gafas para proteger sus ojos. En esta fábrica se utilizan semanalmente 200 litros de laca, en los acabados de los muebles de madera.
Las sanciones
En el Municipio de Pelileo hay la Ordenanza de Protección de Calidad Ambiental, que sanciona con multas de hasta USD 1 600 a las empresas que estén contaminando el aire y el agua.
César Freire, director del Departamento de Gestión Ambiental del Cabildo, indica que esta resolución se ha aplicado a los fabricantes de ropa jean y a los dueños de las lavanderías.La labor de Torres es supervisada por Mery Aguirre, gerenta de la fábrica. La empresaria cuenta que el producto no contamina el ambiente y que instaló hace tres años dos extractores de olores. “El 50% de las lacas tiene baja toxicidad. Además, nuestros colaboradores usan mascarillas que tienen filtros de carbón”.
Su negocio se encuentra en las calles González Suárez y Juan Montalvo, en el centro de Huambaló. En la parroquia funcionan 150 fábricas que producen muebles que se venden en Riobamba, Quito, Guayaquil, Ambato, Ibarra y en otras ciudades. En los negocios trabajan 500 personas y es la principal fuente de ingresos en la parroquia.
Las fábricas se encuentran en los barrios San Antonio, La Merced, Gualacchuco, San José, Sarangay, Segovia, San Francisco y en el centro de Huambaló. En estas zonas viven 9 000 personas.
En la empresa Mueble Ailyn, la gerenta Gissela Aguirre también dice que las lacas no contaminan el ambiente. En este local hay poca ventilación y no hay un extractor de olores.
Una nube de gas cubre el ambiente y dificulta la respiración. Allí trabaja Freddy Villalva. Desde hace un lustro laca muebles. Sus ojos están enrojecidos.
Beatriz Gordón vive cerca de estas fábricas. Cuenta que el olor es insoportable. “No sé qué hacer para solucionar este problema, que empezó hace una década”.
Hace dos años fue operada de la garganta. “El médico recomendó que no inhale aire contaminado. Los extractores que se ubicaron contaminan más porque esparcen la laca hacia las casas cercanas”, denuncia enojada.
Su hija Roxana sufre de asma. “Por las ventanas y puertas se penetra el olor de los químicos y me falta la respiración”.
En el centro de salud de Huambaló, un médico y dos enfermeras atienden, cada mes, a 400 personas con enfermedades respiratorias. Fernando Ferreira, director del centro, explica que la mayoría de los pacientes llega con amigdalitis, rinofaringitis aguda…
El médico dice que el uso de las lacas afecta a este sector. “Recomendamos a los pacientes usar mascarillas y otras protecciones”.
Isaac Villegas, presidente de la Junta Parroquial de Huambaló, señala que hay denuncias en contra de los dueños de las fábricas. “Pero no se puede actuar, porque la gente no presenta por escrito”.
La Junta planteó al Departamento de Gestión Ambiental del Municipio de Pelileo y al Consejo Provincial de Tungurahua que inicien un plan de capacitación a los artesanos, en el manejo de las lacas y que se construya un parque industrial para que las fábricas sean reubicadas.
César Freire, jefe del Departamento de Gestión Ambiental del Municipio, explica que la falta de personal impide realizar un control permanente en las fábricas de muebles. El funcionario señala que los negocios deben tener filtros para evitar que el olor afecte a los habitantes.
También, el Municipio buscará ayuda en las universidades de Ambato para realizar un control de la calidad del aire.