Redacción Construir
Un sillón que puede servir como complemento para la sala o el dormitorio, pequeño o mediano y de colores, es el condimento de casi toda decoración. Se trata del puf. Inés Avilés, del Puf Americano, se conoce de memoria estos asientos. Desde hace 15 años los fabrica con sus propias manos.
Los materiales con los que se trabaja -corosil y cuerina- son de tapicería automotriz, cuenta. El proceso tarda media hora. Según la urgencia del trabajo, se pueden elaborar hasta seis diarios.
Hay pufs grandes, de 90 cm de diámetro, y pequeños, de 65 cm, que pueden tener logos especiales. Estos son ideales para los niños.
En cuanto a los precios, están entre los USD 15 y los 35.
El primer paso es el corte, dice Avilés. Se tienen moldes de acuerdo con el tamaño del mueble. La herramienta es una tijera común.
Luego se lo cose por dentro y al final se lo rellena. En el mercado local se comercializan fundas de poliestireno de 5 kilos. “Para el puf grande se utiliza la funda entera, mientras que para los pequeños se usan 3 kilos”.
El mantenimiento es sencillo. La limpieza se puede hacer con un paño húmedo y detergente. En el caso de una rotura, se los puede coser fácilmente.
Pese a que el daño más común de un puf es la baja de la espumaflex, los muebles pueden tener una garantía de hasta cinco años. Lo único que recomienda Avilés es no saltar sobre el asiento, para evitar este tipo de desgaste.