Redacción Santo Domingo
El ruido de la desgranadora interrumpe por instantes la tranquilidad en el sembradío de Nicolás Villa. Él y su familia cosechan el maíz tipo brasilia en las cuatro hectáreas que sembraron en enero pasado.
Pero la propiedad aún no es de ellos. El maizal está en la hacienda Jesús María, cantón Palenque (Los Ríos). Tiene 655 hectáreas y fue del ex banquero Fernando Aspiazu hasta 1999.
500 000 dólares
es la valoración, aún no oficial, de la hacienda Jesús María, en Palenque. La familia Villa empieza su jornada desde las 05:00. A esa hora, Digna Castro, la esposa, sirve el desayuno: arroz, humitas y café negro, en la sencilla casa de madera y techo de cinc.
Villa y sus hijos Jaime de 17 años, Juan (16), Luis (15) y Arturo (12) salen al maizal. Calzan botas de caucho y usan gorras. También llevan un machete.
Villa y otros 130 agricultores que tienen sus sembradíos en Jesús María son parte del Plan Hacienda, del Ministerio de Agricultura. Raúl Estrada, un ingeniero de la escuela Zamorano de Honduras, los asesora.
Los Villa llegaron en enero, como los demás. “Venimos de Santo Domingo de los Tsáchilas, porque no teníamos tierra para trabajar”. El jefe de familia es, además, diseñador de parques y jardines.
Él empezó la siembra invirtiendo USD 700 que logró ahorrar. Compró semillas, insumos y alimentos. A fines de junio se inició la cosecha. Cada día recolectan 20 quintales. La madre es la mejor en esta ardua tarea. Villa dice que “es una campeona, nos enseña a recolectar las mazorcas”.
El maíz se embodega en la casa. Luego se llama al dueño de la desgranadora. Una destartalada camioneta que transita por un camino polvoriento lleva la máquina. Este carretero circunda el río Vinces y la hacienda.
Un grupo de niños nada en las aguas cristalinas. Sus padres sudorosos caminan entre las plantas de barraganete, cacao y yuca.
El alquiler de la desgranadora cuesta USD 0,50 por cada quintal. Esto incluye el costo del flete de la camioneta de Felipe Burgos, un lugareño y agricultor. El maíz se transporta a lomo de mula hasta las orillas del río.
En la ribera, Digna Gómez espera con su canoa. Ella también es del grupo de agricultores. Villa paga USD 0,15 por el cruce de cada quintal. El bote transporta 100 quintales por viaje, cada 10 minutos.
Luego Villa alquila una camioneta que le cobra USD 0,30 por quintal. No comercializa su maíz en Palenque, a 10 minutos de la hacienda. “Aquí nos compran barato y nos pagan después de 15 días”. Por eso prefiere vender en Vinces, aunque tarde 20 minutos más. Le pagan USD 9,70, sin embargo, el precio oficial es 12,60.
María Rivera es vecina de los Villa. Además de maíz, cultiva yuca, barraganete, arroz, naranja, limón. Las familias también pescan en el río Vinces (bocachicos y barbudos). Así complementa su dieta familiar.
Para legalizar la tenencia de tierra, los agricultores formaron la Asociación Agrícola 30 de Marzo, presidida por Óscar Alvarado. Ellos se reúnen regularmente con el técnico.
A la entrada de la hacienda construyeron un salón de reuniones de madera con techo de plástico y pocas bancas a los lados. Al fondo aparecen los platanales y el espejo del río Estrada les explica que allí se pueden producir 22 000 quintales de maíz, 8 000 quintales de cacao y 3 300 sacos de arroz.
Todos están atentos en la reunión. El sol se desvanece. Los platanales y árboles se agitan por el viento veraniego. Y Nicolás Villa cree que al fin tendrá la tierra que siempre soñó.