Michelle González: 'Me siento muy querida'

Michelle González, Mujeres 4.0

Michelle González, Mujeres 4.0

Introducción:

Michelle González ve salir el sol cada mañana. Y a las 07:00, cuando ya todos en su casa han desayunado y se han enrumbado a sus ocupaciones, ella se dirige al reservorio de Cumbayá para dedicarse a una de las cosas que más le llenan la vida: correr. Lleva tres años y medio entrenándose como atleta amateur, y ya no puede imaginar un solo día sin hacerlo; incluso cuando está lesionada va al reservorio. Ahí es donde nos citamos, un poco pasadas las 07:00, y ella me cuenta su historia y sus planes, en medio del barullo que sus compañeros de equipo (Corre Ecuador) arman a su alrededor cuando comentan todo lo que Michelle me está diciendo.

Testimonio:

Me faltó un semestre para graduarme de ingeniera comercial. Estudié ya embarazada de mis dos gordos. En esa época vivíamos en Guayaquil, sin familia. Al principio trabajaba estando embarazada y estudiaba. Pero ya con los dos, dijimos: tenemos que estar más pendientes de los chicos, y nos daba susto dejarles con alguien.

Me casé a los 20 años cumplidos, jovencísima. No fue metida de pata (se ríe). Trabajé hasta los 25. Y estoy feliz por la decisión que tomé de dejar el trabajo, mis hijos son felices. Alguna vez que les dije: "Ustedes ya están grandes, voy a trabajar", y casi se pegan un tiro. Me dijeron: "No, mami, y ¿quién nos va a llevar?". Es que yo les llevo a todo.

Y sí, a veces sí me falta trabajar, pero en cambio estoy feliz con lo que hago. Encontré el deporte y me apasiona; el día que no salgo a correr se me paran los pelos de punta. Así esté lesionada y me hayan mandado a descansar, yo vengo nomás. Es mi tiempo, mi momento, son mis amigos, con los que tengo mucha camaradería, siempre estamos preocupados el uno por el otro. Si estamos lesionados, enseguida hay alguien que pregunta: "¿Ya estás bien?". Es un espacio mío, fuera de la casa.

Aparte vino una amiga el año pasado con un proyecto social y como que eso terminó de llenar el tiempo que tengo en la mañana. Reciclamos fundas de leche y con eso hacemos 'sleeping bags' para gente que duerme en la calle. Todo se dio rápido; conseguimos la fundación donde los necesitaban y gente que nos ayudara con las fundas; llamamos a amigos, compramos la máquina de coser y una amiga nos donó otra. Trabajamos tres días a la semana en eso.

Ahí yo hago de todo, menos coser. Abro las fundas, las lavo. Hay que cortar, sellar, hacer tiras y control de calidad. Las empaquetamos y vamos a dejar a la Toca de Asís. Nos reunimos en la iglesia de la Primavera y también en la de Cumbayá. Siempre tenía ganas de hacer obra, pero no se concretaba nada hasta que salió esto.

También estoy con ganas de volver a estudiar; no sé si nutrición, gastronomía, para somellier o decoración de interiores. Pero a los 50 me veo aquí mismo, al lado del profe, y ojalá ya con mi título.

Dios quiera que las rodillas me aguanten. La meta con mi esposo es correr las 6 Majors (las maratones más importantes del mundo); vamos por dos. En septiembre queremos correr la de Berlín; el siguiente año, Londres; después Tokio y algún rato clasificar a Boston, que es en la única que necesitas tiempo para poder correr.

Yo soy de a short, de a faldita, de pantalones apretados; ¡ni por aquí que tengo 40! Ahorita es cuando mejor me siento, estoy muy tranquila, estable, y me siento muy querida.

Suplementos digitales