En la celebración del Jaway Cañari (cosecha de trigo) todos los indígenas vistieron el zamarro con elegancia. Foto: Cortesía Vistalasur
En la cultura cañari, una parte importante de la vestimenta es el zamarro, con todos sus usos y simbolismos. Esta prenda es de uso exclusivo de los hombres que labran la tierra, pastorean el ganado y viven sobre los 3 500 metros de altitud.
El auténtico zamarro es una especie de pantalón rústico confeccionado en cuero y lana de borrego, que también lo utilizan los indígenas de otros grupos étnicos de la Sierra. Se lo ponen sobre el pantalón y atado a la cintura con una correa de cuero, para protegerse del frío del páramo.
Pedro Solano, profesor indígena del Instituto Quilloac, no conoce con precisión cómo apareció esta prenda, pero dice que fue antes de las haciendas. “Nuestros ancestros las elaboraban de forma manual, para protegerse de la lluvia en las alturas, durante las largas jornadas de trabajo”.
Esta prenda elaborada con lana de borrego, de llama o de alpaca no permite el paso del agua de la lluvia a la piel. Según la cosmovisión andina, estos animales están vinculados al mundo espiritual y a la energía vital. Por eso, el zamarro mantiene la temperatura del cuerpo, dijo el cañari, José Quinde.
El apogeo del zamarro se dio en la época Republicana, con el florecimiento de las haciendas. Nuestros abuelos –dijo Solano- empezaron a utilizarlo en la cotidianidad durante las mingas de cosechas de trigo introducidas por los españoles, porque el rastrojo (caña) era áspero y les lastimaba.
A esta actividad que realizaban en la Colonia le denominaron Jaway Cañari y la comuna indígena de Quilloac la reedita cada septiembre, cuando está listo el trigo para la cosecha. El año anterior participaron 200 hombres que hicieron de mayordomos, mayorales, chaladores, campesinos…
Para Gabriel Guamán, socio de esta comuna, su reconstrucción representa la fuerza y el trabajo de esta etnia. “Vestimos el zamarro porque fue la prenda que usaban nuestros antepasados y aquí está parte de nuestra cultura”.
Según Pedro Solano, antiguamente el tipo de zamarro, el color y diseño lo imponían el estatus y la clase social. Por ejemplo, el de lana corta y blanca lo usaba cualquier persona para el trabajo diario.
Mientras que el de lana negra, tupida y larga, los indígenas pudientes, los yachaks (sabios) para los rituales y los danzantes en las fiestas comunitarias. “Este tipo de zamarro da volumen y movimiento al caminar”, explicó Solano.
En la actualidad, los grupos folclóricos cañaris y quienes representan a esta etnia también utilizan el zamarro en sus presentaciones. Además, los personajes principales de las fiestas del Taita Carnaval, raymis, el rucuyaya, priostes…
En Quilloac y en Cañar son pocos los artesanos que conservan este oficio para uso propio o familiar; y entre ellos están Lorenzo Aguaiza y Luis Quinde. Ellos siguen templando la piel del animal en una tabla y empleando cortezas de árboles para curtirla al sol durante varias semanas.
Más tarde aparecieron las talabarterías que utilizan pieles de otros animales, como chivo, res o caballo; e incluso cuero sintético. En estos sitios, el trabajo se ha simplificado porque se ayudan con máquinas de coser y tienen otras formas de preparar la materia prima.