Un yahuarlocro con una receta de 200 años

El yahuarlocro es acompañado con vino de mortiño, otro producto del cantón Mejía. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO

El yahuarlocro es acompañado con vino de mortiño, otro producto del cantón Mejía. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO

El yahuarlocro es acompañado con vino de mortiño, otro producto del cantón Mejía. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO

Aunque los historiadores aún no se ponen de acuerdo sobre el origen exacto del yahuarlocro, en Machachi se jactan de ofertar este platillo con una receta que pasó de generación en generación durante 200 años.

La historia de cómo este platillo aterrizó en Machachi, ubicado a 37 km. de Quito, comenzó con Carmen Aymacaña, quien heredó la receta de sus antepasados. Ella empezó a vender comida a inicios del siglo pasado, en un puesto cercano al atrio principal de la iglesia central de Machachi, siendo su especialidad los librillos con papas.

Doña Carmen tuvo 11 hijos, de los cuales solo María Masapanta, su último retoño, fue quien heredó su gusto por la cocina y que, a temprana edad, aprendió a administrar un local de comidas y ampliar la oferta con fritadas, caldos de patas, morcillas y yahuarlocro usando una centenaria receta.

Inés Altamirano, hija de María, quiso darle un toque personal a las recetas ancestrales y experimentó con productos mejienses para diferenciar sus sabores con los que se ofertaba en el resto del país, eso sí, manteniendo a la leña en la preparación de todos los alimentos.

Así nació la Posada del Chagra, cuyo nombre lo dio el historiador Raúl Guarderas hace más de 40 años debido a que el restaurante abrió sus puertas en un sitio cercano a las celebraciones por el Paseo Procesional del Chagra, en Machachi.

Desde ese entonces, el restaurante se convirtió en un lugar donde se respira la cultura chacarera. En la actualidad diversificaron su propuesta culinaria y le añadieron productos locales, como la oferta de quesos semimaduros hechos a base de albahaca, orégano, tomillo, mortiño y ají, además de vino de mortiño, entre otros.

Según Rafael Centeno, hijo de Inés Altamirano y administrador del restaurante, el yahuarlocro que ofertan solo incorporó en estos años una mejor presentación, razón por la cual han logrado acceder al Distintivo Q que otorga el Municipio de Quito, además de las certificaciones internacionales de TripAdvisor y Smart Voyager Express de turismo sostenible.

“Existen secretos de cocina que no se los puede difundir, como los ingredientes para hacer más espeso al yahuarlocro. Solo les podemos decir que la leña ayuda a concentrar los sabores”, admitió.

La actividad de la Posada del Chagra beneficia en la actualidad a 35 familias.

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