Imagen referencial. Foto: Archivo Elcomercio.com
En Australia algunos tipos de vinos se comercializan a precios menores que los del agua embotellada. Una botella de tinto de marca no posicionada cuesta un dólar australiano (USD 0,82), mientas que una botella de agua de 350 mililitros tiene un precio de aproximadamente USD 2,04.
Esto se debe a distintos factores interrelacionados como las tasas de cambio de divisas, la caída de la demanda internacional del vino australiano y el exceso de producción local, según el portal de la BBC.
La competencia local ha aumentado exponencialmente, lo que produce una baja en los precios, según Paul Evans, el director ejecutivo de la Federación de Productores de Vino de Australia (WFA). Además, han crecido las ventas de los vinos importados en el mercado doméstico, pues la apreciación del dólar australiano frente al estadounidense en 2011 incentivó las importaciones.
Otro factor que incide en los precios es el impuesto al alcohol vigente en el país. En Australia, a las bebidas se les carga el impuesto por precio de comercialización del producto y no por los grados de alcohol que tenga. Si el producto cuesta menos, el impuesto será menor.
Para Robin Room, un investigador del alcohol y director de Turning Point Alcohol and Drug Centre de Melbourne (capital de Victoria), esto genera una división en la industria. Además, el investigador señaló que los problemas de salud derivados del consumo de alcohol han aumentado.
“Las llamadas a la ambulancia en Victoria (en el sur de Australia) se han duplicado en los últimos 10 años y muchos episodios tienen que ver con la bebida, de acuerdo a las cifras de los departamentos de emergencia”, ejemplificó. Por ello, indicó que una posible solución podría ser establecer un precio mínimo para las bebidas alcohólicas.
El control que tienen las cadenas de supermercados Woolworths y Coles también influye en los precios de los vinos. El duopolio controla el 70% de las ventas minoristas de la bebida, lo cual acarrea que el margen rentable de los productores de uvas caiga.
La WFA advierte que la superabundancia del vino local no es sostenible en el tiempo y que por ello trabajan con el Gobierno para corregirlo. “Pero creo que lo más importante, en el largo plazo, es acabar con el mito entre la calidad del vino y el precio que se está pagando por él”, señala Evans.