El Campus Party de Quito se ha convertido en un escenario para compartir información en pro de detener el ataque a los juegos en línea. Foto: Archivo/ EL COMERCIO
Una persona frente a su computadora o televisor, moviendo sus dedos sobre el teclado o los controles y como única compañía el calor que generan sus equipos. El mundo de la Internet ha podido cambiar este tipo de escenarios por otros más interactivos en el momento de enfrentarse a un nuevo videojuego. Ahora esa soledad ya es cosa del pasado. Las personas pueden conectarse a la Red y compartir la experiencia de una carrera automovilística o una batalla zombi con otros jugadores en tiempo real.
La popularidad de los juegos en línea va en aumento. Según un estudio de Spil Games, una de las transnacionales más grandes de videojuegos a escala mundial, al 2013 se registraban aproximadamente 700 millones de usuarios jugando en la Red y con una clara tendencia al alza. Esto implica que un 44% de los jugadores comparte en la Web sus estrategias de guerra, sus
conocimientos en torno a mundos subterráneos y su adrenalina por escalar a un nuevo nivel.
Es precisamente esta cantidad de usuarios la que llama la atención de los piratas informáticos. Al jugar en línea, el usuario ingresa a la Red a través de su computadora, consola, celular o cualquier otro dispositivo a un servidor en el que comparte información con otro jugador que puede estar en Estados Unidos, Japón o Colombia, por ejemplo.
Esta conexión es problemática en el momento de controlar todo aquello que los usuarios comparten en la Red. Andrea Larco, experta de GMS, explica que “algunos juegos se muestran con excelentes prestaciones; pero, finalmente, buscan apoderarse de la máquina del usuario, esto por lo general sucede cuando el juego pide instalar un archivo ejecutable”.
Para el desarrollador Jonathan Arcos, la cuestión es tener en cuenta que los dispositivos que se conectan a Internet cuenten con un cortafuegos y un antivirus que sean capaces de soportar ataques en este tipo de conexiones. En este sentido, empresas como Nod32, Kaspersky Lab o Avast, por mencionar algunas, ofrecen este tipo de servicios.
Sin embargo, según el experto en seguridad informática Leandro Toapanta, uno de los mayores peligros entre los nuevos ‘gamers’ es que muchos apuestan por el software libre como una vía para consumir videojuegos de bajo costo y nunca antes vistos. Esto implica que en cierto momento deberán acceder a una red entre iguales en la que, básicamente, un dispositivo está conectado a otro como un igual, por lo cual la información de ambos es compartida abiertamente y sin restricciones.
En un informe desarrollado por Eric Hayes, del Equipo de Respuesta ante Emergencias Informáticas (CERT, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, en los juegos en línea no solo está el factor tecnológico en riesgo. Existen también riesgos sociales que se dan en escenarios como los foros de intercambio de información sobre videojuegos, o bien en los juegos mismos.
Una muestra de esto es que en varios foros de ‘gamers’ se invita a otros usuarios a descargar ciertas actualizaciones gracias a las cuales se tendrían paquetes de extensión de vidas o armas alcanzables en niveles avanzados. Aunque efectivamente esto sirva para burlar los filtros propios del videojuego, también lo hace con las seguridades del equipo, por lo que queda expuesto a un ataque desde cualquier país.
Y ya en materia del videojuego en sí, Hayes habla del caso ‘Evangeline’. Este fue un usuario de 17 años que desarrolló un prostíbulo virtual dentro del entorno de The Sims Online. Aquí se ofrecía cibersexo por minuto a cambio de ‘sim-dinero’. Así él obtuvo réditos económicos de su juego que no fueron decomisados por las autoridades cuando se descubrió el fraude.
Hay también aquellos piratas que roban la información de los jugadores para vender sus armas o habilidades a otros a precios elevados. Esto es que una persona entre en contacto con otra con la simple finalidad de sumarse a sus batallas dentro del entorno virtual. Cuando logra ganarse su confianza, comienza a robar datos que posteriormente son ofertados dentro de los foros de ‘gamers’.
De acuerdo con Larco, una estrategia para no sufrir esto es jugar a través de conexiones https, porque estas aseguran la confiabilidad de un sitio. Igualmente, sugiere siempre conexiones a servidores reconocidos. Toapanta añade que, a pesar de la tentación, hay que desistir de los juegos en desarrollo.