Luis Alberto Luna Tobar: Quiteño de nacimiento, cuencano de corazón y cura de vocación

Monseñor Luis Alberto Luna Tobar falleció este martes 7 de febrero de 2017 a los 93 años en Quito. Foto: Archivo.

Monseñor Luis Alberto Luna Tobar falleció este martes 7 de febrero de 2017 a los 93 años en Quito. Foto: Archivo.

Monseñor Luis Alberto Luna Tobar falleció este martes 7 de febrero de 2017 a los 93 años en Quito. Foto: Archivo.

Quiteño, nacido el 15 de Diciembre de 1923. Hijo del abogado conservador, Moisés Luna Andrade y de doña Ana María Tobar Donoso. Séptimo de un hogar de 13 hermanos. Para entonces gobernaba el país el liberal José Luis Tamayo. Durante este régimen, un año antes se había producido la masacre obrera del 15 de noviembre de 1922 y dos años después, en la administración de Gonzalo Córdova Rivera se sublevan pacíficamente los militares jóvenes y escenifican la Revolución Juliana de 1925, que cambia la institucionalidad financiera y monetaria del país.

Estudió la primaria en el Pensionado Pedro Pablo Borja. Comenzó la secundaria en el colegio jesuita San Gabriel y la terminó en España. Boy Scout, torero aficionado a escondidas y más tarde hasta con sotana. La amistad de sus padres con la congregación de los Carmelitas fue el embrión para su ingreso al sacerdocio.

Temprana vocación sacerdotal

Antes de cumplir 15 años pone a prueba su vocación religiosa al viajar a España, en plena Guerra Civil, donde el franquismo hacía de las suyas y el futuro “Cura Luna” hizo de camillero para transportar a los muertos y heridos que dejaba la falange.

Luis Alberto Luna Tobar de 13 años de edad junto a sus hermanos y primos días antes de viajar a España para realizar sus estudios y convertirse en sacerdote. Foto: Archivo.

Con ese entorno de por medio se interna en la Orden de los Carmelitas Descalzos de Burgos. Tras exigentes estudios de Filosofía, Teología y otras disciplinas eclesiásticas es ordenado Sacerdote en la Cartuja de Miraflores de Burgos, el 25 de julio de 1946, con apenas 22 años de edad.

Con los hábitos Carmelitas regresa a Quito y su alegría se transforme en dolor y tristeza, pues su padre había fallecido 3 años antes. Superado el impacto y aceptando la realidad celebra la primera misa en su patria, en la iglesia de Santa Teresita, en La Mariscal, que para entonces era un sector residencial exclusivo de la ciudad.

Luis Alberto Luna Tobar en el año 1947 cuando se recibió de sacerdote en Burgos (España) junto a sus padrinos. Foto: Archivo.

En esta parroquia del centro norte de la urbe, durante 22 años ejerció su apostolado con gran suceso e influencia, hasta 1968. Se convirtió en el “cura de moda”, confesó, comulgó, casó y fue consejero espiritual de la crema y nata de la Capital. Al joven padre Luna le confiaron sus pecados y recibieron su unción y absolución las familias más prominentes y los políticos más sonados de la época.

Un carmelita en la Mitad del Mundo

De vacaciones del ciclo escolar viaja al Oriente en compañía de amigos y compañeros, y llega al campamento de Los Carmelitas en Sucumbíos. Ese es el inicio de su vinculación con esta congregación religiosa que la cobijó toda su vida y le abrió las puertas para servir desde su religiosidad y humanidad a sus semejantes.

En 1938 llega a Burgos y al año siguiente es parte de Los Carmelitas Descalzos y se entrega a los estudios y formación sacerdotal, hasta el 25 de julio de 1946, cuando celebra su primera eucaristía en La Cartuja de Miraflores de Burgos. Meses después vuelve a su tierra y le confían la Parroquia Mariscal Sucre y su iglesia Santa Teresita. De ahí en adelante comienza su largo itinerario pastoral con Los Carmelitas, que fue reconocido por la jerarquía de esa misión religiosa.

- En 1948, es designado Secretario de la Junta Orientalista Nacional JUNO y representante de todas las Misiones Católicas.

- De 1948 a 1954 fue Procurador Jurídico de la Misión Carmelitana de Sucumbíos.

De 1947 hasta el 1968 Procurador Jurídico de la orden del Carmen en el Ecuador.

- De 1954 a 1969, profesor de Siquiatría Jurídica, Moral Profesional, Teología, Sicología y Doctrina Social de la Iglesia, en la Universidad Católica de Quito.

- En 1968 dirige el Gobierno General de la Orden del Carmen en Roma

- De 1968 a 1973 es profesor de Análisis de la Intimidad en el Instituto Teresiano de la capital italiana. En esta época recorrió gran parte del mundo en calidad de Visitador General de la orden.

- De 1969 a 1973 es Superior Provincial de los Carmelitas en Ecuador.

- Entre 1969 y 1973, rector del Colegio de las Madres Mercedarias

En Cuenca abraza la opción por los pobres

En 1977 el Cardenal Pablo Muñoz Vega, Arzobispo de Quito, lo nombra como su Arzobispo Auxiliar, mientras en 1981 es promovido como Arzobispo de Cuenca, por el Nuncio Apostólico, Vicente Farano.

Con 58 años de edad, 35 de sacerdocio y un sinnúmero de preguntas sin respuestas que le laceraban el corazón y la mente por las injusticias, inequidades y pobreza que sufría la mayoría de ecuatorianos, especialmente los campesinos e indígenas toma el camino para cumplir su apostolado en la tercera ciudad del país, Cuenca. Inquietudes y dudas y también esperanzas fueron sus primeras compañías.

Imagen de 1970. Moseñor Luis Alberto Luna Tobar. Foto: Archivo EL COMERCIO

Se enteró y conoció directa y personalmente la realidad y los problemas del pueblo y también de los intereses que se conjugaban en esa sociedad. Aquí pone en práctica toda su convicción y sensibilidad pastoral en favor de los más necesitados, conforme el Concilio Vaticano II, los documentos de Medellín y de Puebla.

Ingresó en las casas, en las almas, en los corazones y en la realidad del pueblo azuayo. Los escuchó y los comprendió y junto a ellos comenzó a diseñar una iglesia comprometida que contribuya a superar la postración, para eso se valió de las Comunidades de Base, que él organizó y fortaleció.

A pesar de haber nacido en cuna de seda, con el paso de los años, los pobres y marginados fueron su opción y tuvo la valentía y firmeza para enfrentar su verdad ante los intereses de los poderosos que comenzaron a verle con recelo y desdén.

Les pareció peligroso porque hablaba de la Teología de la Liberación, porque direccionó la iglesia de Cuenca por el sendero social, porque pensaba como las mayorías, por eso le bautizaron de “cura comunista y rojo”, como lo hizo el presidente León Febres Cordero.

Tuvo entredichos y controversias con la cúpula de la iglesia católica ecuatoriana, como el caso del negocio de la curia con papeles de la deuda externa. Protestó junto a 17 sacerdotes azuayos por la humillación del bono de la pobreza, que en tiempos modernos lo llaman de desarrollo humano.

Condenó el festín bancario de 1999 y, el 21 de enero de 2000, lideró junto a indígenas, campesinos, estudiantes, trabajadores y diversos sectores sociales la protesta en contra del atraco financiero, la dolarización y otras medidas impuestas por el entonces presidente Jamil Mahuad, que fue derrocado por esa movilización popular.

Monseñor Luis Alberto Luna Tobar junto al entonces presidente del Ecuador Jamil Mahuad el 5 de noviembre de 1998. Foto: Archivo/ EL COMERCIO.

Esta participación frontal de Monseñor Luna en los acontecimientos económicos, sociales y políticos que marcaron los últimos días del Siglo XX y las primeras semanas del XXI, parece que fue la gota que derramó el Cáliz, y El Vaticano, 24 días después de esos históricos sucesos nombre al entonces Obispo de Ambato, Monseñor Vicente Cisneros, como Arzobispo de Cuenca, en reemplazo de Luis Alberto Luna Tobar, quien en 1998, al cumplir 75 años de vida, presentó la renuncia, pero el papa Juan Pablo II, no lo había considerado.

Algunos dijeron que se trató de una retaliación de Roma, por un lobby planificado por sectores interesados de Ecuador, que veían como un peligroso obstáculo para la cúpula eclesiástica nacional y para otros sectores poderosos la presencia activa del “Cura Luna” en la iglesia cuencana y su incidencia en todo el país.

El martes 15 de febrero celebró su última misa en la Catedral de Cuenca, donde durante 19 años abogó por los más vulnerables y necesitados del austro y del Ecuador. Al salir del templo no se despidió de su pueblo, porque sabía que seguiría junto a él hasta su muerte, y que lo otro era una formalidad venida desde arriba, no desde el cielo, sino de los poderes terrenales, por eso dijo ese día a manera de confesión de no arrepentimiento, que cerca de dos décadas” ha sonreído mucho, ha dado esperanza y reclamado por las mayorías”.

En el 2010, en la Catedral de la Inmaculada, se realizó un homenaje a Monseñor Luna Tobar cuando ya era exarzobispo de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua/ Archivo/ EL COMERCIO.

Le "jubilaron", pero no pudieron alejarlo de Dios y de su pueblo

En Cuenca vivió con pulcritud y sin ostentaciones en una casa donada a la Arquidiócesis, ante el deterioro de la antigua edificación.

El martes 15 de febrero del año 2000 salió de la Catedral, pero no abandonó el corazón de la gente que durante dos décadas le escuchó, le compartió sus alegrías y tristezas y le hizo parte de su familia. Continuó en la morlaquía predicando y cumpliendo su misión pastoral, incluso celebraba misa en los pueblos.

“Mi gusto mayor es haberme entendido con los campesinos, tenemos una armonía muy grande y estamos trabajando en la formación de las comunidades de base y apoyo a las organizaciones que nacen de esas comunidades”, reflexionaba agradecido de la vida.

Diversificó su contacto con el público, a nivel nacional, a través de charlas, participación en eventos académicos y sociales, su permanente defensa de los derechos humanos, sociales, económicos y políticos. Estuvo en la vanguardia defendiendo la democracia y la estabilidad del país. De eso y para eso fueron sus innumerables artículos de prensa. No ocultaba su “santa indignación” por la injusticia e iniquidad que provocaba el sistema.

Muchas veces le provocaron para que ingrese en la política y sea candidato, pero no cayó en la provocación, siempre tuvo la prolijidad de reflexionar junto a sus compañeros sacerdotes y amigos y concluir que esa no era su vocación.

Fin de una vida comprometida y vigencia de un legado

En septiembre de 2010, en contra de su voluntad y de los cuencanos deja esa tierra y es trasladado a Quito a un asilo de ancianos. Desde hace algunos años le agobiaba el alzhéimer, enfermedad degenerativa que destruye la memoria y provoca un deterioro intelectual. Más tarde es llevado a La Casa Sacerdotal Sagrado Corazón, en La Armenia, Conocoto. Progresivamente pierde la lucidez y la percepción del tiempo y del espacio, pero nunca se borró su sonrisa.

Organismos públicos y ciudadanos reconocieron en vida su labor y entrega desinteresa por el bien del país, especialmente de los más necesitados. En junio del 2011, la Asamblea Nacional le otorgó la condecoración Vicente Rocafuerte, por su lucha por la democracia y los derechos humanos. El acto se cumplió en la casa de reposo de la Armenia.

La Casa de la Cultura también le rindió tributo y reconoció su autoridad moral y su legado apostólico.

Vivió sus últimos días en medio de otros sacerdotes ancianos y de jóvenes que están en proceso de formación. Aquí le visitaban frecuentemente amigos y fieles, especialmente de Cuenca, donde sembró amistad, solidaridad y consecuencia.

Rompió la tradición de los Arzobispos, no llevaba un crucifijo de oro, su cruz era de madera y pendía de una cadena de plata.
A su muerte se cumplirá un deseo compartido, la suya y la de sus fieles seguidores, que Cuenca sea su última morada.

De palabra fácil y escritos profundos

Pastor, intelectual, escritor y orador son algunas destrezas y versatilidades que desarrolló dentro y fuera de la Iglesia. Entre sus escritos recordados:

- La Iglesia Católica frente a la Revolución Liberal, 1995
- Descubrimiento y Evangelización, 1993
- Nueva evangelización, teología y cultura, 1993
- Enfermedad Mental y Vida de Gracia, Roma, 1988
- Universidad, comunicación y fe, 1986
- Magnificat, 1985
- Las Siete Palabras de Cristo en la Cruz, en 1954
- Estética del Extasis”, 1947

En coautoría:

- El Padre Solano y la formación de la Nacionalidad Ecuatoriana, 1991
- Agonía de la Educación Media, 1990
- Dios en Deuda con los Hombre, 1990
- Caridad y Nueva Evangelización, Uruguay, 1990
- La Dirección Espiritual de Salesianos, 1983
- Leonidas Proaño: El Obispo de los Pobres, 1989
- Los siete Pecados Capitales, 1987
- Institutos religiosos hoy, Madrid, 1975

Escribió durante décadas innumerables ensayos en las revistas de las Facultades de Derecho de la PUCE de Quito y Cuenca. De Siquiatría y Criminología de la Casa de la Cultura. Espiritualidades de España y Colombia. Carmelo Ecuatoriano. Treinta Días. Iglesia y Avance.

Fue articulista de temáticas religiosas, políticas, sociales y taurinas por muchos años en varios diarios de circulación nacional y regional.

En 1998 y 1999, las Universidades Andina “Simón Bolívar” y la Universidad Politécnica Salesiana, le confirieron los Doctorados Honoris Causa.

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