Las vicuñas se multiplican en el páramo

Los habitantes de comunidades como Pulinguí San Pablo ya tienen experiencia en el cuidado de camélidos.

Los habitantes de comunidades como Pulinguí San Pablo ya tienen experiencia en el cuidado de camélidos.

En los páramos del ­Chimborazo habitan cerca de 7 000 vicuñas. Fotos: Fotos: Francisco Espinoza, para EL COMERCIO

Para las 42 comunidades que habitan en la Reserva de Producción de Fauna Chimborazo, este será un año histórico. En junio se iniciará el proyecto de explotación de lana de vicuña, el objetivo final de una iniciativa ambiental que se inició hace casi 19 años.

Las vicuñas son camélidos silvestres que se introdujeron en los páramos de esa zona como una alternativa que genere rentabilidad para las comunidades y, al mismo tiempo, para recuperar el ecosistema que empezaba a verse afectado por la introducción de ganado vacuno y bovino.

Ahora, tras casi dos décadas, las comunidades esperan finalmente percibir réditos económicos del proyecto. En el mercado extranjero, un kilogramo de lana de vicuña puede llegar a costar entre USD 400 y 800, dependiendo de la calidad de las fibras, mientras que las prendas elaboradas con este material pueden llegar a costar hasta USD 12 000.

Las fibras del camélido tienen una alta demanda debido a su textura suave y al fino acabado de las prendas.
La fibra es escasa en el mercado debido a la dificultad que representa el cuidado de los camélidos. Estos animales solo pueden vivir de forma silvestre en páramos de gran altitud, y experimentan altos niveles de estrés al ser capturados para las esquilas.

Por eso, uno de los desafíos más fuertes que enfrentarán los técnicos del Ministerio del Ambiente y del proyecto Promaren, del Gobierno Provincial de Chimborazo, es lograr la explotación de las fibras con un bajo nivel de mortalidad.

“Cuando las vicuñas se sienten con un alto nivel de estrés, golpean su cabeza contra el piso y se suicidan. Esta será nuestra primera experiencia en su captura y esquila, pero nos estamos preparando para causar un mínimo impacto”, señala Edison Campos, técnico de Promaren.

Este proyecto, que se inició con el propósito de respaldar al MAE en el cuidado de la Reserva Faunística Chimborazo, investigó todas las posibilidades y técnicas para, finalmente, empezar con la explotación de las fibras. Los estudios les tomaron cerca de cinco años.

Además, efectuaron una investigación que permitió que la vicuña fuera retirada del Apéndice 1 (animales protegidos por el Estado) y pasen al Apéndice 2 (animales que pueden ser utilizados bajo una estricta vigilancia que garantice su bienestar).

“Ese fue el primer gran paso”, afirma Carina Bautista, directora de la Unidad de Gestión Ambiental del Gobierno Provincial. Esta entidad contrató los servicios de un especialista peruano en la explotación de lana de vicuña.

Los habitantes de comunidades como Pulinguí San Pablo ya tienen experiencia en el cuidado de camélidos.

Él será el responsable de enseñar a la gente de las comunidades los métodos correctos para capturar y esquilar en cuestión de minutos a las vicuñas. Ese trabajo se denomina ‘chaku’, un término quechua que significa ‘captura’.

“Queremos que en el futuro los chakus sean una fiesta cultural, como lo son en otros países. Para nosotros las vicuñas son el símbolo de nuestros sueños de desarrollo, por eso las hemos cuidado tanto durante todos estos años”, dice Olmedo Cayambe, uno de los líderes comunitarios.

Pero antes de iniciar los chakus, los comuneros pasan por un proceso de capacitación y sensibilización. “Es fundamental que la gente comprenda que este será un proceso técnico sumamente minucioso, pues queremos evitar la muerte de los camélidos”, explica Campos.

Por eso, las capturas se harán siguiendo un manual técnico que elaborará el experto peruano con base en las particularidades del hábitat de las vicuñas en los páramos de Chimborazo. El procedimiento debe hacerse en el menor tiempo; solo se puede trasquilar la lana del pecho del animal y la captura debe hacerse usando una técnica denominada embudo.

Otra de las preocupaciones es la organización de las comunidades que se beneficiarán del proyecto. Antes de participar, las comunidades deben formar parte de una asociación que canalizará los recursos. Eso garantizará que todos reciban los réditos económicos a través de proyectos productivos. “La gente no recibirá dinero en efectivo, pero sí recursos económicos para mejorar su vida. Serán ellos mismos quienes decidan en qué lo invertirán”, cuenta Campos.

Cuando el programa se inició, en 1998, se introdujeron cerca de 1 200 ejemplares peruanos, pero la especie se adaptó tan bien al ecosistema que, según un censo del MAE hoy hay casi 7 000 animales.

Trabajo:
La gente se dedica al turismo comunitario, a la agricultura y a la crianza de animales.

Clima:

La temperatura promedio es de 7°C, pero puede caer incluso
bajo cero.

Población:

En el sector habitan 42 comunidades y cerca de 1600
familias.

Etnia:

La gente  se identifica con la etnia indígena Puruhá y hablan español y kichwa.

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