La música debe tener contraste y nosotros lo encontramos todos los días, señala Vanesa McNiel (centro).Foto: Pavel Calahorrano Betancourt/ EL COMERCIO
La banda conformada en Estados Unidos desde hace cuatro años ha tenido una residencia de tres semanas en Ecuador. Su guitarrista, Andrés Yépez (AY), es quiteño y junto a la vocalista estadounidense Vanessa McNiel (VM) y el bajista brasileño Gabriel Maska (GM), han logrado hacerse un nombre en la difícil escena de Los Ángeles.
En una charla con EL COMERCIO los tres explicaron algunos detalles de su carrera y las razones detrás de esta visita que cierra el jueves 21 de junio del 2015 con un concierto a las 19:30 en el Teatro Variedades.
¿Cómo se formó el grupo?
(AY) Cuando estás en una universidad (Los Angeles College of Music) ves a muchos músicos. Sabes qué hacen y te los van presentando. Poco después de empezar a estudiar en el 2011 nos cruzamos caminos, probamos en un ensayo y sonó súper bien; esas cosas mágicas. Escribimos la primera canción en ese ensayo. Literalmente no nos conocíamos y empezamos de una a escribir música. Ni siquiera necesitas hablar el mismo idioma para crear.
Ustedes se conocieron en la universidad. ¿Por qué decidieron buscar educación académica en música?
(GM) Para nosotros la idea principal era ir a Los Ángeles para estar en Los Ángeles con otros músicos. Mi idea era estudiar pero para empezar una banda. Encontré a estos chicos. La universidad fue un pretexto; al menos para mí.
(VM) Quería ser mejor cantante y compositora. Sí puedes serlo en la experiencia de grupos -cantaba en la iglesia-. Pero estudiar formalmente te hace crecer en una visión más grande de lo que puedes imaginar. La gente del medio, todo, al estar en ese sitio se aprende más con los otros músicos.
(AY) Ninguno de nosotros fue solo por aprender. Había algo extra y fue el punto en que congeniamos. Hay muchas personas que van a aprender y no les interesa mucho la interacción. Para nosotros fue lo contrario.
Sus diferentes procedencias llaman la atención…
(AY) No solo somos de otras partes del mundo con otros idiomas maternos, también crecimos oyendo música completamente diferente. Eso nos ha dado oportunidades y nos ha abierto puertas. Empezamos en puntos diferentes; distantes incluso.
¿Ha habido choques culturales?
(VM) Sí. Hasta en los ensayos hay choques culturales. Eso nos hace geniales. La música debe tener contraste y nosotros lo encontramos todos los días. Por ejemplo, mis opiniones políticas no son las mismas de ellos y eso es bueno porque influencia nuestra música. Lo que peleamos tratamos de descifrarlo juntos y eso se muestra en nuestra música. Eso es hermoso, nunca nos conformaremos o estaremos satisfechos.
¿Es como un matrimonio?
(VM) Es un matrimonio de más gente; una familia complicada.
¿Por qué decidieron venir a Ecuador?
(AY) La decisión de salir fue para vivir una experiencia diferente. Era el momento de experimentar cosas que en Los Ángeles, siendo una ciudad que todos buscan fortuna y gloria, se hace complicado dar una entrevista o que un medio te reconozca o tocar ante una audiencia significativa. Compites con todos incluso los grandes. La barra es grande pero nos ha exigido muchísimo. Venir acá era una prueba para ver en dónde congeniamos y la convivencia real. Estamos tres semanas y ha sido interesante ver cómo es. Eso no teníamos como ejemplo en Los Ángeles.
Han tenido algunas presentaciones en Quito antes del show en el Variedades ¿cómo les ha ido?
(AY) He estado a cargo de la organización por ser el ecuatoriano. Estuvo chévere, la gente súper bien. No esperaba tener tan buena acogida porque tocamos en otro idioma, un estilo más americano y con canciones que la gente no sabía. La reacción me sorprendió. Antes de irme tocaba en muchos grupos de cóvers y tuve la idea que el mercado estaba cerrado hacia eso. Para mí fue reconfortante.
¿Identifican un problema con el rock y la falta de gente en los conciertos locales en el mundo?
(AY) Honestamente el problema no es en el rock; es la industria musical en general. La gente tiene que volver a apreciar el show en vivo; la satisfacción de ver. La música grabada es gratis prácticamente. Se ha vuelto tan accesible que la gente cree que es algo como el aire que no tienes que pagar. Hace 20 años no era así. La gran dificultad es vivir en un mar de música y sobresalir. No importa si eres Slash o la banda de la esquina. Estamos en la misma piscina.
(VM) La gente es un poco vaga. El rock tiene que decir “estamos aquí, estamos vivos”. Es un reflejo de lo que pasa en el mundo: gente vaga que tiene todo a la mano en internet y no están buscando. El rock puede hacer la diferencia y decir “despiértate, hay cosas que se deben decir en el mundo”. Somos el tipo de género para hacerlo.
(GM) Es culpa de los músicos también. Se tienen que adaptar. Esperan a la disquera y no es el mismo mercado. Spotify puede ser una herramienta. Debes valorizar tu show en vivo. Si quieres algo, no puedes solo quejarte. Debes intentar y con internet es más fácil buscar. Todavía hay rock y hay que buscarlo. La personas están sintiendo la falta. Nos preguntan esto mucho y eso es bueno. La gente lo extraña y hay espacio para eso.
¿Cómo han encontrado a Quito?
(VM) La gente me encanta; la comida es rica. La familia de él (Andrés) súper buena con nosotros dos. Estoy bien agradecida de estar con gente que nos está apoyando, sus amigos y los medios; estamos en una ciudad que le importa.
(GM) Es fabuloso llevar lo que amas a un lugar diferente y ver la reacción de la gente. Me siento honrado. La ciudad es hermosa. Soy de Río de Janeiro. Estar acá en el medio del camino entre Los Ángeles y Brasil es como tener lo mejor de ambos mundos.
(AY) He estado fuera cuatro años. La idea no era solo sacarnos de la zona de confort sino de venir a donde nací para forma mostrar todo el trabajo que se ha hecho, con humildad y sin poses. Nos hemos sacado el sucio en la ciudad más dificil del mundo. Era el momento de llevar eso a mis raíces y nos ha dado muchos beneficios. Fue una buena decisión.