En Regatas, en la Vicente Anda Aguirre y Machala, junto al Parque Inglés, en el norte, empezarán cursos desde el 3 de julio, todos los lunes. Duran dos semanas, pueden acceder niños desde 3 años. Cuesta USD 45. La clase diaria dura 45 minutos, puede ir de 08:00 a 12:30 y de 14:15 a 16:30. En la foto, Alexis Cobos. Foto: Cortesía
Casi dos meses completos, julio y agosto, tienen los estudiantes de Sierra y Amazonía, para salir de la rutina. Pero ese tiempo de ocio puede ser aprovechado para encontrar o desarrollar un talento: deportivo, artístico o relacionado con habilidades intelectuales.
Las vacaciones -anota Alexis Cobos, máster en entrenamiento deportivo– son el momento para probar opciones. Pide comenzar con natación, por ejemplo, como una actividad recreativa, que implique distracción, no obligación.
Si un niño se engancha en un deporte dispondrá -comenta- de una “caja de herramientas”, en lo físico y emocional, que puede usar a lo largo de su vida.
Byron Guamán, entrenador de tenis del Club Buena Vista, sugiere no presionar a los hijos. ¿Por qué? En el período de clases van a la escuela, luego a tareas dirigidas, en vacaciones, deben distraerse.
Al pisar la cancha se emocionan, unos tienen talento para el deporte, otros no. Lo más común es que luego se inscriban en un curso permanente.
Pero no todas las actividades implican esfuerzo físico. Santiago Peña Bossano dirige la Escuela Kafka. Su objetivo, dice, es que los chicos encuentren en la literatura y los libros un espacio para desarrollarse. Lo primordial es potenciar su creatividad por medio de lecturas y ejercicios. Algunos de los trabajos serán publicados en una antología en octubre de 2017.
Para Edison Cando, el padre debe escoger un lugar en donde su hijo obtenga recreación. No que lo llenen de actividades poco significativas para cumplir con un horario.
Este catedrático de la Escuela de Parvularia de la U. Central cree en la necesidad de desarrollar la educación para el arte, hacer que los niños potencien su creatividad, que conozcan su esquema corporal, no para convertirlos en bailarines, eso se puede dar después.
Los hijos de Rodolfo Marín, Angello y Doménica, de 17 y 6 años, nadan en el Club Regatas. El mayor empezó en un curso vacacional. Le parece que no solo desarrollan motricidad o elasticidad sino disciplina.