Descubrir a Quito desde el aspecto sensorial. Eso motivó a Lorena Acaro a ingresar en el proyecto ideado por el Ministerio de Turismo, para convertir a las personas con discapacidad visual en guías locales. A sus 27 años cree que esta oportunidad de inserción laboral no se puede desaprovechar porque conocerá más sobre el patrimonio que ostenta la capital.
Antes no conocía lo que tenía el Centro Histórico, no salía sola -confiesa- y se sentía atemorizada. Al iniciar este proyecto se familiarizó más con las calles y el recorrido. Siente que ha desarrollado talentos que tenía escondidos.
Para ella, el trabajo de Carlos Novoa, docente de la Universidad de las Fuerzas Armadas, fue fundamental dentro de la capacitación a las 30 personas no videntes que iniciaron el proyecto. Él ayudó a establecer elementos diferenciadores en cada esquina del Centro Histórico, para que los guías puedan ubicarse en las calles y sepan qué información deben proporcionar al turista.
Ella y su compañero Darwin Mites desarrollaron una exposición acerca de La Catedral de Quito. Detallaron cómo se dio su construcción con el uso de adobe, madera y paja. Además, realizaron una teatralización de la leyenda del Gallito de La Catedral, protagonizada por Ramón Ayala y Sandoval.
Ellos explican a los turistas que en el interior de la Catedral descansan los restos de Antonio José de Sucre, Francisco Luis Héctor Barón de Carondelet, José de Cuero y Caicedo, etc. También les cuentan que en otra ala del inmueble, se exhiben obras de arte como la Inmaculada, de Bernardo de Legarda; el lienzo de la Muerte de la Virgen, de Miguel de Santiago, entre otros.
Según Carlos Novoa, el circuito turístico se desarrollará en el Mercado San Francisco, el Museo Numismático, la Heladería San Agustín y la República del Cacao. Estos se encuentran en las calles Cuenca, García Moreno y Guayaquil.
Entre las experiencias sensoriales del proyecto está la realización de helado de paila solo con el uso del olfato, tacto, oído y una buena dosis de intuición. Esta actividad se realiza en la Heladería San Agustín, emprendimiento gastronómico que surgió en 1858 y que mantiene hasta la actualidad los sabores tradicionales de los postres quiteños.
Antes de convertirse en guía, María Fernanda San Martín, capacitada en el programa, invitó a los turistas a cubrirse los ojos para que usen su olfato para distinguir entre la uvilla, el taxo y la guanábana. Utilizan el tacto para sentir el frío de la paila de bronce al contacto con el hielo, que se ubica sobre una cama de paja.
“Estamos seguros de que este tipo de proyectos atraerán a otro tipo de turistas. Ecuador debe explotar mejor las experiencias sensoriales”, consideró José Andrés Chaguaro, gerente de la heladería, lugar donde también se realiza esta experiencia con la elaboración del tradicional rosero quiteño.
Para Carlos Pozo, técnico del proyecto Ágora, esta iniciativa marcará un hito en Sudamérica. “Creemos que estará lista a partir de enero, cuando el Ministerio de Turismo otorgue las licencias de guías locales”, comentó en el recorrido.