El martes pasado, en un encuentro sobre periodismo en plataforma digital, dos estudiantes hicieron dos preguntas sobre las que valen la pena reflexionar. La primera –y tal vez la más importante- fue sobre cómo construir una historia digital si la gente en Internet no lee.
El segundo planteamiento tenía que ver sobre quién genera hoy una noticia. El alumno de periodismo de la Universidad Tecnológica Equinoccial sostenía que cualquier persona con una cuenta de Twitter podía escribir un tuit sobre un accidente de tránsito y difundir la noticia. Las respuestas que di son motivo de debate en las redacciones de Ecuador y del mundo. La primera respuesta fue un poco más impulsiva: si asumimos que la gente no lee, es mejor que no estudiemos periodismo. En el oficio siempre está ese deseo de contar historias (cuestionadoras, literarias, históricas, multimedia). El reto es hacer que la gente lea nuestras historias en Internet escritas con lenguaje más cercano, con la construcción de nuevos lenguajes y el conocimiento del público.
La tecnología puede deslumbrar a una redacción, pero aún el periodismo vive sobre la base de unos valores básicos: la contrastación, la contextualización… Esa es la diferencia entre un tuit de un ciudadano que, por ejemplo, vio un accidente y un periodista que pudiera, por ejemplo, profundizar en el número de choques que hay en la ciudad o la historia de la familia de una víctima.
La tecnología puede deslumbrar a los periodistas, pero no necesariamente el que mejor maneja una red social puede contar mejor una historia periodística.
El discurso negativo que llega a las redacciones y a los estudiantes es que existe una crisis del oficio por -entre otras cosas- la tecnología, pero esta solo es una herramienta más. La Internet no puede deslumbrar a los grandes escritores. Sí, hoy las noticias curiosas son las más leídas, pero pronto el público exigirá mejores plumas digitales.