Los tsáchilas veneran a la naturaleza con sus colores

La iglesia de la comuna Chigüilpe fue adornada con los colores de sus tradiciones.

La iglesia de la comuna Chigüilpe fue adornada con los colores de sus tradiciones.

La iglesia de la comuna Chigüilpe fue adornada con los colores de sus tradiciones. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

Los tsáchilas utilizan accesorios multicolores, como un estricto mandamiento a su cosmovisión y a sus tradiciones. Los colores que aparecen en sus prendas de vestir no son más que una representación de la diversidad faunística que hay en los bosques y en la naturaleza, cuenta el gobernador de esta etnia, Javier Aguavil.

La mayor representatividad está en el arcoíris. Es por esta razón que en las faldas que usan las mujeres tsáchilas resaltan unos 12 colores entre los que se destacan el blanco, amarillo, azul, verde, rosado…

Mientras que en los hombres se destacan el color azul y blanco, que les evoca el cielo gris que, según la leyenda, apareció mientras sus antepasados intentaron evitar la colonización de los mestizos.

Aguavil explica que esto además lo relacionan con el planeta y el cosmos. Héctor Aguavil, exgobernador tsáchila, señala que lo multicolor de sus accesorios también es un símbolo de veneración por el fin de la fiebre amarilla, que en siglos pasados afectó a la nacionalidad. Bajo la influencia de esa memoria, ellos dieron su propio significado a los colores.

Por ejemplo, el amarillo representa al dios Pipoa que traducido del idioma tsáfiqui al español significa sol. El agua de sus cascadas y ríos la recuerdan con el color azul; el verde
representa a las montañas y a la vegetación de la selva.

El rojo, a través del achiote que se untan los hombres en el cabello, tiene como significado: amor, paz, felicidad, ternura y protección.

En las escuelas interculturales tsáchilas se les enseña a los estudiantes sobre el significado de estos colores, con el fin de que los empleen en su cotidianidad.

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