Los tsáchilas restauraron sus centros culturales. Foto: Cortesía Centro Cultural Tolón Pelé
Luego de 20 años, dos antiguos centros ceremoniales tsáchilas se desmontaron y en su reemplazo se levantaron otros nuevos, que pusieron fin a una época de tradiciones.
Esta demolición no fue como cualquier otra. Se trataba de una de las estructuras con larga data dentro de la comuna Chigüilpe, en la provincia de Santo Domingo.
El día que se lo hizo, los nativos se convocaron a una minga en la que, cuidadosamente y con cierto recelo, iban retirando los troncos de pambil, la caña y la paja toquilla seca.
Para ellos, esos centros ceremoniales arrastran un significado sagrado, porque fueron erigidos por los tsáchilas que perecieron luchando para que las tradiciones se mantuvieran. La técnica que utilizaron los ancestros para construirlos también se evocó en la minga.
Liborio Calazacón, un extinto líder de la nacionalidad, se lo contó a su hija Albertina antes de perecer. Grupos de cinco tsáchilas se reunían por las noches y se adentraban en la selva para cortar, bajo la luz de la Luna, la paja toquilla y el pambil. Se creía que al hacerlo en cuarto menguante los materiales tendrían una resistencia y más tiempo de vida útil. Albertina asegura que lo que le decía su progenitor ahora tiene sentido.
Pues los centros ceremoniales que se demolieron cumplieron 20 años de construcción en noviembre último, tal y como lo había presagiado su padre.
Las nuevas infraestructuras ocupan 18 m² y su techo fue montado con 7 000 unidades de paja. Henry Calazacón trepó los andamios cerca de 30 veces para ordenar la toquilla. Él fue seleccionado en la comuna para hacer esta labor.
Su nombre quedó registrado como uno de los chamanes que impulsó esta iniciativa y será recordado como el gestor de la reestructuración. Las nuevas generaciones de tsáchilas también estuvieron presentes en la minga, para que lleven en su memoria cómo se dio forma al flamante centro ceremonial. Ellos serán los encargados de contarles a sus descendientes, por la tradición oral que se les inculca, para mantener las costumbres. Lo dice el gobernador tsáchila, Javier Aguavil.
Las piezas de los centros desmontados no se desechan. En la tradición de los aborígenes es un mandato para construir nuevas marimbas. Sobre todo los troncos de pambil. Estos tienen mucha demanda en las comunas porque su antigüedad garantiza la afinación de las teclas de la marimba. Precisamente, cinco de esos instrumentos se construyeron del resultado de la demolición de los centros ceremoniales. En el festival de la marimba, de noviembre pasado, se utilizaron para entonar las danzas que amenizaron el encuentro.
Material
Se usaron productos ancestrales, como el pambil.
Diseño
La arquitectura ancestral se conservó para el montaje.
Tiempo
La construcción del nuevo centro tardó un mes.
Utilidad
Los centros sirven para las ferias artesanales y rituales.