El trueque se valoriza entre los indígenas del cantón Suscal

El alcalde de Suscal, Ángel Guamán, participó del trueque que se realizó en sábado pasado en la plaza central.

El alcalde de Suscal, Ángel Guamán, participó del trueque que se realizó en sábado pasado en la plaza central.

El alcalde de Suscal, Ángel Guamán, participó del trueque que se realizó en sábado pasado en la plaza central. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO

El trueque de productos, alimentos y semillas aún es practicado por las familias de comunidades indígenas y campesinas de Suscal, en la provincia de Cañar. Por ello, el Municipio realizó el Karanakuy Suscaleño, que es un término kichwa que significa trueque.

Las familias se dedican, principalmente, a la agricultura y ganadería para el autosustento y, en menor proporción, al comercio. Magdalena Guamán, directora de Desarrollo Social del Municipio, recopiló alguna información sobre las prácticas de trueque.

Según ella, en la época prehispánica, los cañaris intercambiaban con sus vecinos las hortalizas, granos y cereales que producían en sus huertas. “Vivían en armonía con la naturaleza y la Pachamama les bendecía con más”.

Más tarde este sistema se extendió a los mercados donde confluían vendedores de todo el país con otros productos. “Lo que uno tenía en exceso y no necesitaba se cambiaba por lo que traía el otro”, recordó Guamán.

Tránsito Mainato, de 82 años, contó que sus abuelos decían “antes la gente era explotada por los dueños de las haciendas. Trabajaban mucho por poco dinero y no tenían un salario”. Solo contaban con los productos que cultivaban y el trueque era el único medio de comercio.

Así nació y se fortaleció el Karanakuy. Eso ocurrió el pasado viernes en la plazoleta del mercado central de Suscal. Allí, participaron más de 50 familias y miembros de asociaciones de productores.

El colorido de los productos colocados en los estands se complementaba con el atuendo típico de los indígenas. En las mesas había panes, dulces, hortalizas, granos, frutas, legumbres, bebidas, huevos, semillas, harinas y tejidos.

Tras la inauguración del evento, las participantes se desplazaron por los puestos intercambiando sus productos. Victoria Paguay, de 56 años, por ejemplo, intercambió huevos criollos y las seis variedades de fréjol que llevó con guineo, caña de azúcar y papa china. Sus abuelos le contaron que el trueque se mantuvo por mucho tiempo en las comunidades y que la gente esperaba los domingos para obtener lo que necesitaba en las ferias.

“Una jarra con chicha de jora se intercambiaba por trigo, lana de oveja o papas. Así se dignificaba el trabajo de la gente, se solventaban algunas necesidades y fortalecían los lazos entre los pueblos”, dijo Paguay. En esa época también se hacían transacciones grandes de ganado.

Para el alcalde de Suscal, Ángel Guamán, el trueque como práctica de dar y recibir tenía como principios a la solidaridad y la reciprocidad entre las familias, comunidades y pueblos. “Nuestros padres y abuelos intercambiaban productos con comerciantes de Sierra Costa y la Amazonía, los domingos de ferias”.

Antiguamente, el Karanakuy era la única forma de comercio, pero en Suscal no está totalmente perdido, dijo Guamán. Hay familias que siguen apostando por las mingas e intercambio de alimentos, y “con este evento motivamos a la gente y fortalecemos esta práctica ancestral”.

Entre las asociaciones participantes estuvieron Chuya Mikuna, Mujeres Tejedoras de Carbonpamba, Kulla Uku, Killo Loma, Sumak Mikuna, entre otras. Rosa Naula, de 32 años, llegó desde Jalupata, un poblado de la parte baja de Suscal, con zanahoria blanca y semillas de maíz rojo.

Los productos de Naula fueron los más apetecidos por parte de los cultivadores de la zona alta, donde no se producen estas variedades. “Esta actividad es importante porque es una alternativa con la cual intentamos resolver la carencia de alimentos de una y otra zona, señaló María Loja.

Ella mencionó que en su huerta en la zona de Chuichún cultiva cuatro variedades de papas, trigo y fréjol, que fue lo que ofreció en trueque. “Para el intercambio no hay reglas, todo depende de la voluntad de cada uno”, explicó mientras entregó el último puñado de semillas de papa bolona a María Loja.

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