Los parques nacionales Cotopaxi, Llanganates y Sangay ofrecen al visitante una rica biodiversidad, pero afrontan inconvenientes.
En los últimos cinco años no se han implementado nuevos servicios. A más de los 35 encargados del control y vigilancia se requieren de otros 20 guardaparques para controlar estas tres áreas naturales del país.
Aún persiste la caza furtiva, la pesca ilegal y la presencia de ganado. Además que sigue avanzando la frontera agrícola y la quema del páramo.
fakeFCKRemoveEn el Parque Nacional Cotopaxi se realizan capacitaciones a los habitantes. “Hay logros, la gente está haciendo conciencia”, según Diego Veloz, responsable. Este parque es el único que cuenta con sitios de hospedaje, de alimentación, un centro de interpretación y dos senderos ecológicos para los turistas.
A través de un convenio con el Ministerio del Ambiente, la empresa privada invirtió en la edificación de la Hostería Tambopaxi y el Hotel Paja Blanca, que están dentro de la reserva.
Pero Veloz señala que 40 000 de los 101 000 visitantes que recibieron en el 2009, se quedaron dos. El funcionario reconoce que la infraestructura es limitada y que en el 2011 el Ministerio del Ambiente iniciará los trabajos de readecuación de las controles de ingreso a la reserva y del centro de interpretación. Asimismo, la señalización de los senderos ecológicos. Por ahora trabajan 13 guardaparques, pero se requieren otros 12 para el control y vigilancia. El presupuesto anual es de USD 12 000.
Scout Gist, turista estadounidense, visitó este parque el sábado pasado y quedó fascinado con el paisaje y la riqueza de flora y fauna. Se quedó en Paja Blanca, donde comió sopa casera y trucha por USD 5.
En los parques Llanganates y Sangay, en cambio, no hay hospedaje ni alimentación ni un centro de interpretación.
Orley Ochoa, responsable del parque Llanganates, dice que la falta de infraestructura se debe a que es una área nueva. Actualmente, el trabajo se concentra en delimitar el área con la colocación de hitos y evitar que la frontera agrícola siga avanzando.
Además, hay 760 cabezas de ganado y 140 caballos que deben salir. La gente quema el pajonal para los semovientes.
Esta reserva es importante porque aquí se encuentran las fuentes de abastecimiento de agua para las grandes ciudades y de ahí la necesidad de prote-gerla. Los ocho guardaparques-cinco en Tungurahua y tres en Cotopaxi- controlan que no se de la caza furtiva de venados, lobos, dantas u otros mamíferos.
Rodrigo Haro, uno de los guardaparques, dice que en los recorridos se incautaron de más de 60 redes chinas de 100 metros de largo, que sirven la pesca.
En la actualidad, en la laguna de Pisayambo, uno de los grandes atractivos de este lugar, la gente puede realizar pesca deportiva, pero nada más.
Si se recorre esta reserva por la comunidad de Cumbijín-Salcedo (Cotopaxi) se encuentra el sistema lacustre de Anteojos. En total existen 90 lagunas.
El Parque Sangay es otra muestra de la biodiversidad del Ecuador. Tiene cinco controles de guardianía, pero no tiene un centro de interpretación; tampoco espacio para alojamiento. Los 2 243 turistas que visitan la zona lo hacen en un día.
Está afectado por la caza, la quema del páramo y la agricultura. “Se trabaja con las comunidades para evitar que haya quemas y que los animales ingresen al pastoreo, pero hace falta conciencia de la gente”, indica Pablo Fierro, director del Ministerio del Ambiente en Chimborazo.
Cuenta que no hay un proyecto aún para construir el centro de interpretación, pero uno similar funciona en Riobamba. El próximo año se sumarán a los nueve guardaparques otros cinco.