Imagen referencial. De acuerdo con el Anuario de Transportes 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el número de vehículos se incrementó un 57% entre el 2010 y el 2015 en el país. Foto: Pixabay
Una de las normas de convivencia es la puntualidad. Padres y maestros enseñan la importancia de llegar a tiempo al trabajo, a una cita o a la universidad. Sin embargo, cada vez resulta más complicado cumplir con ese código de respeto.
Uno de los principales motivos en la actualidad es la congestión vehicular, un mal que aqueja a miles de ciudadanos en varios países del mundo. En México, por ejemplo, millones de personas pierden más de dos años de su vida atascados en el tráfico. En el portal Comunidad Vial México se asegura que hay ciudadanos que pasan hasta cuatro o más horas diarias en medio de largas filas de autos en avenidas y calles en la metrópoli.
Para Daniela Acosta, estudiante de arquitectura de la Universidad Central, los excesivos trancones le generan pérdida de tiempo y daños a nivel emocional. Cuando mira que los minutos avanzan y los vehículos siguen en el mismo sitio suda e involuntariamente se lastima: se muerde los labios, se come las uñas o se lastima los dedos.
Según el psicólogo Napoleón Vásquez esos son síntomas de estrés y ansiedad. Y hay más: de acuerdo con el especialista, la congestión vehicular también provoca nerviosismo, desesperación y problemas a nivel físico como dolor de cuello, de espalda, sobre todo, en la zona baja o lumbar.
Eso último se produce, según Isabel Viteri, jefa de Fisioterapia Biodimed, por mantener una misma posición por mucho tiempo. Los conductores, por ejemplo, son víctimas de esos ‘males’, pues pasan frente al volante entre 12 y 17 horas soportando las inclemencias del ambiente, el estado de ánimo de los pasajeros y los trancones.
Carlos Zambrano, taxista, coincide con Vásquez y añade que las personas también se vuelven intolerantes e irritables. Zambrano conduce desde hace más de cinco años y cuenta que la congestión vehicular ha aumentado desde hace unos ochos meses. “Ya no hay horas pico. Siempre y en todas partes hay congestión”.
De acuerdo con el Anuario de Transportes 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el número de vehículos se incrementó un 57% entre el 2010 y el 2015 en el país. En el 2015 se matricularon 1’925.368 vehículos motorizados, frente a los 1’226.349 registrados hasta finales del 2010. Las estadísticas indican que Pichincha es la provincia del país con el mayor parque automotor. Entre enero y diciembre del 2015 registró 492 568 matriculaciones, seguida de Guayas (362 857) y de Manabí (152 231).
La presencia de más autos, precisamente, incrementa el tiempo de permanencia de los ciudadanos dentro de los buses o automóviles. La situación se vuelve más crítica cuando hay lluvia. Hoy, por ejemplo, Zambrano demoró 45 minutos en movilizar a un estudiante de la Universidad Católica – desde la avenida 12 de Octubre y Vicente Ramón Roca- hasta el estadio Olímpico Atahualpa. Cumplir con esa ruta, en días normales, le toma usualmente 15 minutos.
“Siento que se me va la mitad de mi vida en movilizarme”, contó Andrea Venegas y por esa razón optó por viajar en moto. Ella vive en el sector de Solca y trabaja por la Mariana de Jesús. Cruzarse la ciudad en bus le toma entre 60 y 70 minutos, mientras que en moto suma 30 minutos. “Respeto todas las señales de tránsito, pero siempre es más fácil ganar tiempo si viajas en ese medio de transporte”.
La solución para evitar esos problemas físicos y emocionales es, según Vásquez, canalizar las energías para evitar descargarse con las personas inapropiadas: hijos, padres, hermanos, compañeros de trabajo. Otra opción es ajustar el reloj y salir más temprano de casa y, finalmente, “considerar otro trabajo”, pues conoce a personas que viven en Calderón y trabajan en el sur de la ciudad o que se cruzan del Valle de Los Chillos al Valle de Cumbayá. También sugiere permanecer como máximo 60 minutos dentro del vehículo.