Las tradiciones montuvias llegan más allá de Manabí

Los bailes montuvios también están en Santo Domingo. Foto: Bolívar Velasco/ EL COMERCIO.

Los bailes montuvios también están en Santo Domingo. Foto: Bolívar Velasco/ EL COMERCIO.

Los bailes montuvios también están en Santo Domingo. Foto: Bolívar Velasco/ EL COMERCIO.

El pueblo montuvio de a poco se visibiliza en otras partes del país y por fuera de las zonas donde tradicionalmente habitaron sus ancestros. La mayor presencia de este grupo étnico está en las provincias de Manabí, Guayas, Los Ríos, El Oro y Santa Elena.

Pero con el pasar del tiempo se conformaron pequeñas colonias en Santo Domingo de los Tsáchilas y Esmeraldas. Ahí los habitantes montuvios realizan encuentros, ferias y bailes populares para rescatar sus costumbres. El montuvio siempre ha sido amigo del baile y de la música alegre. Un folleto de Jesús Álvarez Loor, músico de este pueblo, registra los principales rasgos de la música y la danza montuvia que se expandió en otras provincias a raíz de la migración de sus habitantes. En estas zonas se destaca la jota montuvia, el galope y el amorfino, no solo como manifestación literaria, sino como expresión musical.

El amorfino se baila. Las parejas se ponen frente a frente y avanzan hasta encontrarse; la mujer se contonea con las manos en la cintura y luego el hombre gira alrededor de ella”, detalla Yuri Rodríguez, montuvio radicado en Santo Domingo.

Uno de los ritmos desaparecidos y que se trata de reincorporar en los encuentros es el costillar. Se bailaba en los salones y por años fue muy popular, pero no existe un registro formal. En la parte escénica de la danza se rescatan pasos de baile como el de punta-talón y el de la puerca raspada.

La bailarina e instructora de danza de una academia en Esmeraldas, Priscila Cedeño, explica que el paso de la puerca raspada se llama así porque “se imita a los puercos cuando se rascan las patas”.

Gómez señala que actualmente los grupos de baile hacen un rescate de la danza montuvia a través de un montaje estético en el que no hay pasos puros del folclore manabita. “No solo son movimientos, sino figuras que se trabajan con la vestimenta para dar un bonito espectáculo”.

Tanto Rodríguez como Cedeño explican que la vestimenta usada por los montuvios tiene una influencia europea. Para el hombre, el color que se imponía era el blanco en camisa y pantalón. “El ser un hombre de la Costa y de puerto hacía que el blanco fuese el color más utilizado, porque calienta menos”, dice Palma.

Además, los pantalones y camisas deben ser de tela ligera, asimismo utilizan un pañuelo rojo en el cuello y un sombrero de paja toquilla.

Por su parte, Priscila Gómez, otra danzante del pueblo montuvio, resalta que el algodón era la tela más utilizada, con estampados de flores, bolas y también colores fuertes. “Era lo que llegaba a los pueblos manabitas y nos quedaba consumir esos productos”, expresa. La verdadera falda de la montuvia manabita no es larga ni ancha, sino en estilo A y hasta la rodilla.

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