El rugido de los toros despierta por las mañanas a Nelson Uwijint, de 17 años. Sumergido en las estribaciones de la Cordillera del Cóndor, el joven shuar madruga a las 04:00, para mudar a los siete toros que tiene a su cargo. Todos los días…Esa es una de sus responsabilidades dentro de la Obra Salesiana de Bomboiza, ubicada en el cantón Gualaquiza (Morona Santiago). La otra es asistir puntual a las clases. A las 07:15, Uwijint ya debió cumplir con sus actividades, bañarse, desayunar y estar listo para estudiar.
En las aulas se encuentra con sus compañeros del Colegio Etsa, una de las tres instituciones educativas de la Obra. A lo largo de 500 hectáreas también se hallan la primaria Uchich Etsa y el Instituto Superior Pedagógico Intercultural Bilingue Shuar- Achuar (Ispedibsha).
Nelson es de la comunidad Shaim, cantón Nangaritza (Zamora Chinchipe). En la temporada de clases vive en Gualaquiza, en la residencia de chicos Domingo Savio. Las estudiantes, en cambio, duermen en la casa Sor María Troncatti.
Con mirada despierta, el estudiante recuerda cómo ingresó a este colegio fiscomisional. “Un amigo de mi comunidad me contó y entré a tercer curso”.
Desde entonces aprendió materias regulares como matemáticas, pero también a cuidar de las plantas nativas. Cuando hay visitantes en el orquideario de la institución, el joven está atento por si alguien osa arrancar alguna de las 250 especies del lugar.Ese proyecto tiene el apoyo de la Cooperación Técnica Alemana GTZ, donde trabaja la ambateña Cristina Aguilar. Ella se trasladó a vivir en Gualaquiza y trabaja junto con los estudiantes. “Hemos logrado incluir en el pénsum la materia de Agrobiodiversidad para la conservación”.
Los estudiantes de primaria, secundaria y educación superior aprenden con base en un modelo de educación hacia la conservación. El rector del Ispedibsha, José Nantipia, explica que, si no se han hecho zoocriaderos, es porque se encarcelaría a las especies. “Queremos vivir en un medioambiente sano y puro”.
Por eso, Mayli Chuinda (9), de cabello largo y lacio, invita a cuidar las plantas. “Este año no se pudo cosechar la chonta y tampoco hacer la chicha”.
Sus amigos Lucas, Ronal, Sana, Gino y Tatiana usan los trajes típicos de los shuar en ocasiones especiales y cuando bailan la danza tradicional de la chonta. Para ir a clases, visten camisa celeste y pantalón o falda ploma.
A veces, a la hora del recreo, se encuentran con los estudiantes del Ispedibsha, al que asiste Lino Ututia, de la comunidad Tiink. El joven de cálida sonrisa cursa el cuarto ciclo de post bachillerato. Ingresó al centro para “sacar carrera docente” y tener el título de profesor bilingue.
Nelson Uwijint y sus compañeros se comunican en castellano y shuar. Mientras aprenden, se esmera cuidando de los animales. Las mujeres, en cambio, mantienen el aja shuar (chacra).