En el complejo arqueológico de Ingapirca, ubicado en el norte de Cañar, se conserva una de las principales reservas de textiles arqueológicos del país. Son 17 fragmentos medianos y otros ocho muy pequeños, que desde el pasado 26 de octubre son analizados por los expertos españoles Lidia Santalices e Ignacio Retuerto, quienes laboran junto al museo del complejo de Ingapirca.
Su objetivo fundamental es realizar un diagnóstico. Para ello, hicieron una observación previa tomando datos, como medidas de las tramas y urdimbres, grosores e identificando los motivos decorativos.
También fotografiaron el anverso y el reverso de cada textil y registraron todos los detalles de la decoración y bordes cortados para observar las tramas y las urdimbres.
Otra tarea ha sido analizar la torsión y tomar muestras para hacer una prueba de combustión, que es un ensayo rápido para determinar si las fibras son de origen animal o vegetal.
A excepción de un fragmento, todos son de origen animal, pero aún no se determinó la especie. “Puede ser lana de un camélido como una alpaca”, señala Santalices. Para precisar se requieren otros estudios.
En la actualidad, los técnicos españoles iniciaron una segunda revisión para establecer una relación entre los fragmentos que guardan concordancias y similitudes. Santalices, quien tiene una experiencia de 25 años en textiles históricos y arqueológicos, cuenta que esto se logra comparando densidades del tejido, grosor de las fibras y las decoraciones.
El estado de estas piezas es muy delicado, por ello, otro objetivo es elaborar un plan de conservación preventivo y una propuesta de tratamiento para la conservación en el futuro.
Estos textiles arqueológicos necesitan restaurarse porque tienen una gran cantidad de suciedad en las fibras, lo que impide la captación de humedad, por lo que están resecos y en un estado casi rígido. “El tejido tiene poca flexibilidad y hay que tener mucho cuidado en su manipulación porque pueden desprenderse los filamentos”, dice Santalices.
Los expertos plantean ubicarlos en un soporte de fácil acceso y bien identificados. Además, realizarán una limpieza mínima con un aspirado, pero no directo sino a través de un tul para evitar que el exceso de succión deteriore aún más los tejidos.
Las bandejas que elaborarán quedarán forradas con algodón, aluminio… “y tendrán un diseño más acorde para su preservación”, señalan los expertos, quienes trabajan por primera ocasión en América.
Ellos también registran los datos de los textiles para que en el futuro si es factible se pueda determinar si pertenecen a las culturas Cañari o Inca, que tuvieron presencia en Ingapirca.
La técnica de estos textiles parece sencilla a la vista, pero al analizarla en detalle se evidencia su complejidad, asegura Retuerto, quien se encarga de la parte informática y equipos que son necesarios para este estudio. “Son fragmentos pequeños, pero bonitos… y cada uno tiene su particularidad”.
Los técnicos españoles regresarán a su país el 22 de este mes y allí se tomarán un par de semanas para entregar su informe definitivo. Una vez con los resultados, señala Catalina Tello, gerenta del complejo de Ingapirca, se preparará un proyecto de conservación integral y puesta en valor que se ejecutará el próximo año.
Para el 2015 también se esperan los resultados de los exámenes de laboratorio de las pequeñas muestras tomadas a los textiles y poder contextualizarlos y determinar a qué período pertenecen. “Solo sabemos que son prehispánicos de la provincia del Cañar, pero no conocemos de qué cultura”.
El actual proyecto representa una inversión de USD 22 000, que fueron financiados por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural.