La teoría de Einstein que fue más allá del espacio

El próximo 25 de noviembre se celebra el centésimo aniversario de la publicación de la célebre teoría de la Relatividad del científico Albert Einstein. Foto: Wikicommons.

El próximo 25 de noviembre se celebra el centésimo aniversario de la publicación de la célebre teoría de la Relatividad del científico Albert Einstein. Foto: Wikicommons.

El 25 de noviembre del 2015 se celebró el centésimo aniversario de la publicación de la célebre teoría de la Relatividad General del científico Albert Einstein. Foto: Wikicommons.

Aunque muchos no seamos físicos de carrera, utilizamos a la perfección lo que nos propone la Teoría de la Relatividad General. Sí, aunque los expertos apunten que esta fue diseñada para entender el macrocosmos, lo cierto es que también ha permitido crear nuevos puentes entre las personas.

Los más incrédulos pueden verificar esto con un simple ejercicio: abrir su Facebook, desde su teléfono inteligente, y contar a otros usuarios en qué parte del planeta se encuentran. Y lo pueden realizar gracias a que Albert Einstein comprendió el mecanismo de funcionamiento del tiempo y el espacio, que luego serviría para crear el Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés) y que ahora permite ubicar un cuerpo en cualquier parte del mundo con alta precisión.

En el caso del GPS, la Teoría de la Relatividad General funciona de la siguiente manera: Einstein propuso que mientras más cerca se encuentra un reloj del centro de gravedad de un cuerpo, más lento transcurrirá el tiempo. Esto permitió calcular las diferencias del tiempo entre los relojes en la Tierra y en los 24 satélites que conforman el GPS y que giran alrededor del planeta a una altitud de 20 200 kilómetros, donde disminuye la influencia del campo gravitacional.

Propuesta en 1915, la Teoría de la Relatividad General
-como explica el físico y director del Observatorio Astronómico de Quito, Ericson López- define la geometría del universo. Esta explica cómo un cuerpo de gran masa logra transformar el espacio y el tiempo en el cual se encuentra ubicado.

Un ejemplo sencillo para entenderlo sería tomar una manta sostenida entre cuatro personas. Esta representa al espacio. Sobre su superficie se deja caer un cuerpo pesado, tal vez un balón de acero. Inmediatamente la manta pierde su horizontalidad y se curva en la zona donde reposa el objeto. Lo que pasa allí es lo que sucede en este preciso instante en el universo; en el lugar donde hay presencia de estrellas, agujeros negros, planetas y otros cuerpos celestes se deforma el espacio que los rodea.

Esta es tan solo una parte de la teoría. En cuanto a la luz, Einstein fue el primero en curvarla. Sí, porque mientras los físicos anteriores pensaron que los rayos de luz provenientes de las estrellas llegaban a la Tierra en línea recta, él demostró que, si existe una masa de cuerpos entre ambos (como una nebulosa), esta desvía la luz alrededor suyo. A eso lo llamó ‘lentes gravitacionales’, que se explican como inmensas lupas cósmicas que magnifican la luz que se puede ver.

Y a nivel militar, la Teoría de la Relatividad General es una de
las bases para entender la carrera armamentística en ­torno a las bombas atómicas. De acuerdo con el físico Alejandro Vintimilla, sin las ecuaciones de la teoría sería imposible transformar la masa en energía.

A pesar de la inmensa utilidad que tiene esta teoría en el mundo de la física teórica y experimental, tanto López como Vintimilla explican que esta es aún tema comprensible para un reducto de especialistas en el campo. 100 años después, la Teoría de la Relatividad General es uno de los campos más complejos en el mundo de las ciencias exactas.

Vintimilla añade que en la complejidad de la teoría radica su elegancia. Para él, en esta se encontraría una de las pistas para entender el viaje en el tiempo, la quimera de los físicos teóricos.
López, por su parte, prefiere utilizarla en el campo de la cosmología, donde la Teoría de la Relatividad General es el pilar que ha ampliado la comprensión del universo visible.

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