Guaytacama pierde a sus tejedores

Ángel Barahona es el último de los artesanos de la comunidad Cuicuno. Su taller funciona en una casa antigua. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Ángel Barahona es el último de los artesanos de la comunidad Cuicuno. Su taller funciona en una casa antigua. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Ángel Barahona es el último de los artesanos de la comunidad Cuicuno. Su taller funciona en una casa antigua. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Ángel Barahona, de 79 años, teje ponchos, rebozos, tapices y tela donde grafica la naturaleza, las montañas y los animales.
El taller está en la comunidad Cuicuno de la parroquia Guaytacama del cantón Latacunga, en Cotopaxi.

Su nombre está en la lista de los últimos artesanos que tejen -en antiguos telares de madera- la vestimenta que poco utilizan los habitantes de este poblado ubicado a 10 minutos del centro parroquial. Esta técnica heredó de sus padres Ignacio y Delia Defaz.

Cuenta que en el pueblo había más de 50 tejedores, pero desaparecieron porque la vestimenta fue cambiando y ya no había a quién vender. Otros migraron a Quito y otras ciudades. “La mayoría de los artesanos se hizo comerciante de legumbres, me quedé solo en este oficio de 150 años”.

Su taller funciona en una casa antigua de una planta construida con bloque, madera y techo de zinc. En el lugar conserva la antigua máquina donde laboraban sus progenitores.

Está compuesta por unas rodelas gigantes donde templa el hilo para cruzar las hebras de colores y dar forma a las figuras y una tela fina.

Recuerda que tejían los tapices y tela de jerga para enviarlos a Guayaquil. Las bayetas y rebozos los comercializaba en Ambato, pero por la edad dejó de viajar a esas ciudades.

Su hija Blanca dice que pocas personas utilizan los servicios de su padre, debido a que la mayoría migró y otros prefieren ir a las ferias a comprar al ser más baratas que las confeccionadas en lana.

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