Una muchacha de tez blanca y cabello rizado aparece en la pantalla de la computadora portátil de Mario Andrade.
Nunca la ha visto antes. Ella es una de las primeras personas que aparece en el monitor al ingresar al servicio web Chatroulette, conocido en español como la ruleta rusa del chat.Esta herramienta contacta al azar a dos personas de cualquier lugar del mundo. El requisito es tener conexión a Internet y una computadora con cámara web.
Andrade, usuario de redes sociales, descubrió el sitio cuando navegaba en Internet y decidió echarle un vistazo.
Cada vez que ingresa a Chatroulette aparecen nuevas personas; todas desconocidas.
“Algunas te miran de frente, te sonríen y te saludan. Otras aparecen disfrazadas mientras bailan”. Aunque este usuario reconoce que el sitio es divertido, dice que también puede representar algunos riesgos, porque no se conoce al usuario que se contacta. “Esta página no tiene ningún tipo de restricción”.
Chatroulette, considerado hoy un fenómeno virtual, se diferencia de las comunidades virtuales, como Twitter, Facebook, Hi5 y otras, porque no son familiares ni amigos los que ingresan a él.
Diego Balseca Chávez, especialista en Seguridad Informática, explica que fue un joven de 17 años, nacido en Rusia, quien diseñó esta plataforma.
“Este chico programó su página web que al principio tenía cerca de 20 visitantes. En solo cuatro meses de aparición, alcanza 30 millones de usuarios .
“Esta plataforma web está ganando adeptos, pero tiene un problema. Ingresar a este lugar es como subirse a un bus; usted no sabe quién está a su lado”.
Esta página permite al cibernauta contactar a otra persona si es que la primera en aparecer en el videochat no le resultó interesante. Diego Balseca, quien también ingresó al sitio para evaluarlo, comenta que los cibernautas se exponen a ver imágenes que pueden resultar inapropiadas.
“Este sitio, como su nombre lo indica, es una ruleta rusa; ninguna persona sabe qué riesgos puede correr” .
Chatroulette establece las conexiones de forma aleatoria, lo que significa que quizás la persona que contactó ayer, no volverá a aparecer.
Jairo Carrillo, ingeniero en Sistemas, señala que las personas a las que uno conoce en este sitio pueden robar información valiosa. “No sabemos quienes aparecen en el videochat. Pueden ser usuarios con buenas y malas intenciones”.
Para este especialista, el mayor problema es que las páginas de videochat anónimo no mantienen un registro de usuarios, un aspecto fundamental para la protección del usuario.
“Por ejemplo, si los datos que doy a través del chat son usados para estafar, cómo localizo a la persona que cometió el delito. Las redes sociales sí llevan un registro de sus usuarios”.
Carillo pone hincapié en que estas herramientas deben estar restringidos para menores de edad. “Ayer yo me conecté para saber de qué se trataba y apareció una persona desnuda”.
En la web han proliferado los videochats anónimos. Muchas personas ingresan a estos sitios por pura curiosidad. Otros, según un informe publicado por la consultora IDC, lo hacen por la necesidad de conversar con alguien y que lo pueden ver, por medio de una cámara web.
Sin embargo, este tipo de herramientas virtuales sobreexponen a los usuarios que por diversión las utilizan.
Si bien las redes sociales tampoco ofrecen 100% de seguridad, estas páginas comprometen la integridad del cibernauta.
Punto de vista
Dmitry Bestuzhev/ Consultor
‘El usuario toma pocas precauciones’
Existen varios riesgos. En cuanto a lo informático el problema reside en una confianza explícita que genera la persona hacia su interlocutor a través del chat.
La persona que participa en el chat pierde la precaución y es capaz de dar clic en cualquier archivo, visitar cualquier página web o hacer otra cosa que le pida su interlocutor. Como resultado, la máquina podría estar comprometida por código malicioso.
Este código puede, a su vez, robar información confidencial de la víctima o causar otros perjuicios. Ya se conocen casos cuando los chats como Chatroulette y otros fueron utilizado por los criminales pedófilos para el acoso sexual a sus víctimas vía Internet.