Técnicas de la Escuela Quiteña, en una muestra

“Es importante mantener viva la herencia de la Escuela Quiteña por la identidad que aporta”.
 Katalina Ávila/Taller Quitensis

“Es importante mantener viva la herencia de la Escuela Quiteña por la identidad que aporta”.
 Katalina Ávila/Taller Quitensis

“Es importante mantener viva la herencia de la Escuela Quiteña por la identidad que aporta”.
 Katalina Ávila/Taller Quitensis

La muestra ‘ReVive, arte quiteño’, que se 
inauguró el sábado en el Museo de la Ciudad (García Moreno y Rocafuerte), reúne cerca de 50 piezas. Son el resultado del trabajo de los artesanos del Taller Quitensis y del Taller Sangurima, obras trabajadas con técnicas de la Escuela Quiteña.

Además de belleza y laboriosidad, la muestra encierra una paradoja: la Escuela Quiteña nunca existió como una institución organizada donde los artesanos de la época iban a aprender sobre nuevas técnicas escultóricas o pictóricas.


La catedrática universitaria Alexandra Kennedy sostiene que la Escuela Quiteña existe porque los historiadores del arte le han dado ese apelativo. 
“La definimos como un espacio en la Colonia donde se hacían piezas diferentes de las que había en Perú o México. En términos bien amplios sí existe la Escuela Quiteña así como existe la potosina, la limeña o la cusqueña”.


Los que empezaron a hablar de la Escuela Quiteña fueron José Gabriel Navarro y el padre José María Vargas, a inicios del siglo XX. Estos historiadores advirtieron que, sobre todo, en la escultura había una forma especial de elaborar las piezas que solo existía en Quito.


La vejiga de borrego fue una de las técnicas más utilizadas por los artistas de la época. La aplicaban en las manos y en el rostro de las esculturas para alisarlas y darles brillo. Ese color piel que alcanzaban, gracias al encarne, se puede observar en esta muestra. 


Marco Díaz, del Taller Sangurima, es uno de los artesanos locales que utiliza la vejiga de borrego en sus esculturas. Entre las piezas que ha elaborado, en los últimos meses, están unos monjes franciscanos, de pequeño formato, hechos con madera reciclada.


Díaz aprendió esta técnica en el Taller Bernardo de Legarda, del Banco Central. “Comencé haciendo vírgenes y cristos hace 25 años y sigo utilizando las mismas técnicas”.
Para este artista, el brillo que se logra con el encarne es uno de los aportes más significativos de la Escuela Quiteña al mundo del arte.

En España -dice- el encarne que se elaboraba en las esculturas era opaco. 
A la técnica de la vejiga de borrego se suma la del chinesco, una lámina de plata que se colocaba bajo las capas de color, o los ojos de vidrio que se ponían a las esculturas. 


Adrián Cerón es parte del taller Quitensis, él es uno de los artistas que todavía utiliza esta técnica en sus esculturas. Cerón explica que en su taller funden el vidrio y lo aplican en las partes posteriores del rostro. “Los ojos son pintados a mano con pinceles muy finos”.
La mayoría de las esculturas que elabora Cerón están hechas en madera de cedrón o nogal. Para las pinturas utiliza tierras y pigmentos naturales como se hacía en la Colonia. 


Los artesanos de estos talleres también conservan varias de las herramientas que se usaba en los siglos XVII y XVIII, como la piedra de ágata, las gubias y los cepillos de madera. 
Una de las joyas que Cerón tiene en su taller es un banco de trabajo con más de 200 años de antigüedad, herencia uno de sus maestros.


Katalina Ávila, quien también es parte del taller Quitensis, agrega que la importancia de mantener vivas estas técnicas radica en que se mantiene viva la identidad local. Y Díaz y Cerón coinciden en que el trabajo que se realizaba durante la Colonia era muy laborioso, y aseguran que por esta razón pocos artesanos siguen practicando esas técnicas. 


Kennedy agrega que lo que se lograba con estas técnicas era piezas sumamente realistas, con una talla fina. “La Escuela Quiteña es quizá -dice- la más europea de todas las escuelas” de América. 
En la muestra también hay piezas de artesonado, con estilo mudéjar (de origen árabe), como las que hay en el cielo raso de varias iglesias quiteñas.

Lugar: 
En el Hall Rojo del Museo de la Ciudad.
Fecha
: La muestra estará abierta hasta el 29 de enero.
Horarios: 
Martes a domingo, de 09:30 a 17:30.
Sin costo, esta exposición es de acceso libre.

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